La plantilla de urgencias del Complejo Hospitalario ha denunciado por activa y por pasiva la situación de desamparo que llevan sufriendo desde la apertura de la urgencia unificada. La dirección, haciendo oídos sordos a las necesidades de profesionales y pacientes, tacha de infamias las informaciones aportadas por la plantilla, y de subversivo a todo aquel o aquella que cuestione su forma de proceder. Si hay una palabra que define la situación que se está viviendo en el servicio de urgencias es, desproporción.
El servicio de urgencias del Complejo Hospitalario es un servicio desproporcionado, no como un cuadro de Botero, sino más bien como un pandemónium carente de sentido:
• Desproporción en cuanto a las dimensiones del edificio que las alberga: con una superficie útil de más de 14.000 metros cuadrados, las urgencias actuales apenas ocupan 3.500 metros cuadrados. Mientras se intenta dar contenido al resto del edificio con otros proyectos, una urgencia que fue diseñada para 250 urgencias, soporta diariamente hasta 400.
• Desproporción en su coste: con el sello inconfundible de UPN, se licitó una obra por un montante superior a los 21 millones de euros, un proyecto sobredimensionado, cuando lo realmente necesario no era una unificación sino la adecuación de las urgencias existentes, que proporcionaban una calidad asistencial y operativa muy superior a la actual.
• Desproporción de medios, que hace inviable la correcta atención de los y las pacientes. Con unas salas polivalentes insuficientes para albergar en condiciones a las personas que esperan resultados, unos medios materiales sin ninguna supervisión y la incapacidad de un complejo para asumir la cantidad de ingresos y pruebas que genera este gran iceberg.
• Desproporción de espacios, que hace que haya más facultativos y especialistas que cabinas para prestar atención, generándose el fenómeno de cabina “caliente”. Sin las condiciones mínimas entre un paciente y otro, de limpieza, preparación…
• Desproporción de número de eventuales: que bajo la falsa premisa de derecho a la movilidad pregonada por nuestras gestoras, ha derivado en la huida de profesionales ante la imposibilidad de realizar su trabajo en condiciones entre tanto caos y que permite a la dirección tener un personal sumiso y disponible en todo momento, eso sí, sin formación.
• Desproporción de jefaturas: uno de los argumentos esgrimidos en la unificación era la disminución de jefaturas. No sólo no han disminuido, sino que se han mantenido o aumentado, con el único propósito de que los problemas reales de la urgencia no trasciendan a la opinión pública, a los políticos, ni a los medios de comunicación. Y que todo aparente ser una “balsa de aceite”.
• Y sobre todo, desproporción de personal. Por activa y por pasiva se ha repetido a los gestores que el personal es insuficiente y han defendido la contratación según necesidades. Dudamos que no conozcan las proporciones y los estándares europeos. Dudamos que no sepan que un sistema excesivamente medicalizado es ineficaz.
La cantidad de médicos en relación con el resto de profesionales hace inviable la correcta atención de los pacientes, generando demoras innecesarias e ineficiencia.
No es de recibo decir que los médicos internos residentes son personal en formación y no de plantilla, ya que éstos no disminuyen el trabajo, sino que lo aumentan. Estos datos han sido proporcionada por los/as trabajadores de urgencias, y por supuesto nuestros gestores los conocen (igual tienen otros que se adecuen más a sus objetivos). No se han tenido en cuenta la cantidad de especialistas que pasan por el servicio y que requieren la atención del equipo no médico. Ni del personal de enfermería que no realiza la actividad asistencial por estar en puestos de triage, ni de los T.C.A.E. que hacen funciones propias de la supervisión, ni del personal celador que está prácticamente todo el turno haciendo ingresos por las distancias insalvables. El número de profesionales debe estar proporcionado y no lo está. Nuestras gestoras lo saben y no solo no lo solucionan, sino que lo ocultan y tildan de poco trabajadoras y folloneros a los y las profesionales de urgencias.