Valoración del RD 902/2020 de 13 de octubre, de igualdad retributiva entre mujeres y hombres:
Junto con la división sexual del trabajo, la brecha salarial consigue que el sistema capitalista se mantenga y se perpetúe, porque necesita que los trabajos de cuidados los hagamos las mujeres de manera gratuita o mal remunerados. Si mujeres y hombres tuviéramos las mismas condiciones laborales, el sistema capitalista se derrumbaría porque se mantiene sobre la explotación y la gratuidad de estos trabajos. Es decir, que no va ser posible cambiar con parches algo que es estructural.
Las medidas desarrollan el deber de diagnóstico de las empresas, mediante concreciones referentes al registro retributivo o auditoría. Sin embargo, no se adoptan las medidas para acabar o, incluso, reducir la brecha salarial. A este respecto, tenemos que traer a colación el artículo 28.3 de ET que le da opción a la empresa a justificar la propia diferencia salarial que se aprecia en el centro de trabajo. Por tanto, no se impide o prohíbe la brecha salarial.
El decreto apunta temas interesantes como el reconocimiento de la importancia de las valoraciones de los puestos de trabajo para evitar la discriminación indirecta por razón de sexo en las retribuciones, o incide en el concepto de trabajo de igual valor e incluso propone la realización de auditorías salariales para sacar a la luz estas diferencias salariales estructurales.
Sin embargo, entendemos que las valoraciones de los puestos de trabajo no son neutras, y aunque aparecen nuevos factores a tener en cuenta a la hora de valorar los trabajos que pueden repercutir en una valoración más positiva de los trabajos más feminizados (limpieza, cuidados…) lo cual valoramos positivamente; la construcción social del género así como la división sexual del trabajo son anteriores a esto.
Queremos decir que el sesgo ya existe en el concepto que manejamos a la hora de considerar más importante, imprescindible, valorable, difícil, especializado y técnico… el trabajo realizado por hombres, frente al que realizan las mujeres. Por lo que, de no existir factores que corrijan directamente estas diferencias, no va a resultar fácil que desaparezcan éstas.
Hay una sospechosa buena intención en intentar corregir las “incorrectas valoraciones de los puestos de trabajo” como dice el decreto. Y decimos sospechosa porque las valoraciones no tenían fallo ni eran incorrectas, eran y son, sencillamente, discriminatorias para las mujeres.
Por eso, fijarnos en la naturaleza de las funciones y tareas, las condiciones educativas, las condiciones profesionales y de formación… puede resultar muy interesante y revelador, pero nos falta el contexto. El contexto es el sistema capitalista heteropatriarcal, racista, colonialista, ecocida… que necesita que las discriminaciones sigan existiendo para que el mismo no desaparezca.
En este sentido, toda medida que tomemos contra las discriminaciones siempre será bienvenida, pero únicamente tendrá éxito si, a la vez, lucha por derribar el sistema que las genera. Si no, sólo será una parche más.