Los convenios firmados en minoría son antidemocráticos, pues suplantan la representación legítima de los y las trabajadoras elegida en elecciones sindicales. Pero suponen mucho más, suponen llegar a los acuerdos que desea la patronal, suponen retroceder en los derechos de los y las trabajadoras y ahondar en la precariedad.
En definitiva, los convenios en minoría son un buen negocio para la patronal, pues inciden en la división entre trabajadores y trabajadoras con la complicidad de sindicatos cómplices, que como en el caso de UGT y CCOO, hacen apología pública de este tipo de acuerdos, como hicieron con el acuerdo firmado en julio de 2016 con Confebask y el Gobierno Vasco. El Gobierno Vasco también será cómplice de los convenios en minoría que se puedan firmar, pues en dicho acuerdo dio la necesaria cobertura política a esos antidemocráticos acuerdos.
En el caso de TVA también el convenio es regresivo, facilita los despidos por ERE y absentismo y se compromete a una Paz Social que hipoteca el futuro de todos y todas las trabajadoras. Por ello, nos seguiremos oponiendo a convenios en minoría que suplanten la decisión tanto a nivel de empresa como a nivel sectorial, con todas las herramientas disponibles, incluidas las jurídicas.
Cuando hablamos de mejorar las condiciones de las y los trabajadores, desde LAB lo hacemos desde una perspectiva colectiva, puesto que los acuerdos que se limitan a colectivos concretos de un sector o empresa, olvidando al resto, generan más precariedad y discriminación.
Por lo tanto, seguiremos defendido convenios de eficacia general, tanto en empresas como en los ámbitos sectorial o territorial, porque son los que afectan a todos y todas las trabajadores, y son los únicos que pueden permitir un reparto justo de la riqueza.