2024-12-23
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[OPINIÓN] «Una Huelga General doblemente oportuna» #AhoraHuelgaGeneral

Igor Arroyo, secretario general adjunto de LAB, habla sobre la necesidad de la Huelga General: «Aprovechemos la oportunidad para redoblar las luchas sindicales en las empresas, impulsar la movilización social en pueblos y barrios, así como para impulsar cambios políticos y sociales en nuestro país. Seamos no espectadores, sino agentes de cambio».

El artículo de opinión íntegro:

La Huelga General en ciernes es sumamente oportuna desde dos puntos de vista complementarios. El primero tiene que ver con la esencia y trayectoria del sindicalismo vasco. Mientras que el sindicalismo español mayoritario era asimilado por la reforma del 78 y un modelo de diálogo social a la medida de la Patronal, en Hego Euskal Herria se ha configurado a partir de los 90 del siglo pasado (con la Huelga General del 99 por las 35 horas y el salario social como hito) una mayoría sindical que apuesta por un marco propio de relaciones laborales y protección social, el contrapoder como estrategia, la politización de la acción sindical y la alianza con los movimientos sociales, conceptos todos ellos defendidos durante los 80 por LAB prácticamente en solitario. Gracias a este proceso, el sindicalismo vasco es más autónomo, tiene una mayor capacidad de movilización y obtiene mejores resultados que el estatal.

No obstante, el sindicalismo vasco debe repensar y readecuar su modelo sociosindical y sociopolítico, tal y como viene haciendo este sindicato, para poder responder a las nuevas realidades (crisis ecológica, energética, digitalización) y ser instrumento útil también para los sectores más precarizados. Son públicas y notorias las diferencias entre LAB y ELA a la hora de abordar los retos inmediatos. Sin embargo, pervive una lógica común básica que compartimos tanto los sindicatos que conformamos dicha mayoría sindical como otros agentes sociales que, afortunadamente, están ganando peso y voz propia, como el movimiento feminista o el de pensionistas.

Bajo esa lógica común, el espacio sociosindical aglutinado en torno a la Carta Social de Euskal Herria afrontó la etapa de los grandes recortes (2007-2013) con seis Huelgas Generales así como multitud de luchas concretas. Tras resistir y condicionar la aplicación práctica de las Reformas  Laborales y de negociación colectiva por parte de la Patronal vasconavarra, los y las trabajadoras recuperamos la iniciativa a partir de 2016-2017, reivindicando que esa “recuperación económica” que pregonaban las élites revirtiera en una mejora de las condiciones de trabajo y de vida, revertiendo la tendencia a la acumulación y concentración de riqueza y poder en cada vez menos manos. Junto a estas luchas sindicales, las huelgas feministas y la creación del movimiento de pensionistas aportaron notablemente a la batalla por el sostenimiento de la vida frente al Capital, generando unas sinergias que culminaron en la Huelga General del 30 de enero de 2020, por un trabajo, una pensión y una vida dignas.  

La pandemia ha dejado patente las carencias en el ámbito de la salud y los cuidados, ha mostrado que muchos de los trabajos básicos son realizados por mujeres en condiciones precarias y ha tenido consecuencias negativas para las vidas de muchos y muchas trabajadoras. Las instituciones auguran ahora una pospandemia donde se pretende relanzar los beneficios empresariales obviando la gravísima crisis ecológica y negando el reparto del empleo, los cuidados y la riqueza. Los precios de productos básicos están subiendo, pero los salarios no lo hacen en la misma medida. Las brechas contra las mujeres trabajadoras se perpetúan. La crisis de los cuidados sigue sin respuesta. En definitiva, vivimos un nuevo pulso entre los intereses del Capital y de la gente trabajadora; la Huelga General es una palanca para empoderar a ésta y abordar un nuevo ciclo de lucha en clave ofensiva. 

Pero, además, la pertinencia de la Huelga General se refuerza por un segundo factor: durante los próximos tres meses se van a tomar decisiones importantes respecto a las condiciones de trabajo y de vida de los y las trabajadoras de Hego Euskal Herria. Gran parte de estas decisiones (reforma laboral, reforma de pensiones, presupuestos estatales, precio de la electricidad) se están dirimiendo a nivel estatal, lo que demuestra las limitaciones del autogobierno actual a la hora de abordar cuestiones fundamentales. Teniendo en cuenta el poder de la Patronal española y demás poderes fácticos del Régimen, y que el sindicalismo estatal está abordando este momento clave sin una estrategia de lucha, fiarlo todo al terreno de juego estatal supondría un grave error.

Esta constatación no nos puede llevar al escepticismo desmovilizador ni a despreciar las mejoras que se puedan lograr a nivel estatal por limitadas que sean. Muy al contrario, el espacio sociosindical vasco debe activar todo su potencial para incidir en tres sentidos. En primer lugar, debe presionar al ámbito político para lograr que se avance lo máximo en la reversión de los recortes de la última década y se haga frente a cualquier tentativa de nuevo recorte. En segundo lugar, debe reivindicar que las decisiones sobre las condiciones de trabajo y vida se tomen en Euskal Herria, impugnando un marco y un modelo de diálogo social que no representa al 71% de la clase trabajadora en la CAV ni al 52% de Navarra, y revertiendo la estatalización de la negociación colectiva. Y en tercer lugar, debe luchar para hacer posible en Euskal Herria aquello que no es posible a nivel estatal.

Se trata de exigir la derogación de la reforma laboral, a la vez que se reivindica un Código Laboral propio o el establecimiento de un salario mínimo de 1.400 euros mediante acuerdo interprofesional, y se impulsan luchas sindicales para frenar la precariedad y avanzar en derechos. De exigir la reversión de los recortes en el sistema de pensiones estatal, a la vez que se reivindica una Seguridad Social propia y se obliga a los Gobiernos de la CAV y Navarra a complementar las pensiones más bajas hasta los 1.080 euros. De exigir que estos gobiernos aborden la reforma fiscal e inviertan más en los servicios públicos, estabilizando el empleo y mejorando los ratios; avancen hacia la creación de un sistema público comunitario de cuidados; y utilicen sus recursos para mejorar un sistema de protección social que no está evitando que cada vez más personas se acerquen al umbral de la pobreza.

Por todo ello decimos que la Huelga General es doblemente oportuna. Aprovechemos la oportunidad para redoblar las luchas sindicales en las empresas, impulsar la movilización social en pueblos y barrios, así como para impulsar cambios políticos y sociales en nuestro país. Seamos no espectadores, sino agentes de cambio.

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