Aquí tenéis el artículo de opinión del economista del sindicato Gorka Vidal sobre fiscalidad.
Que no iba a haber reforma fiscal era evidente cuando PNV y PSE, mediante un ejercicio de márketing político, empezaron hablar de «revisión fiscal». Retorcer palabras para que no cambie nada.
Más que una revisión, ha sido un bloqueo. Su objetivo ha sido cerrar con candado la posibilidad de realizar una cambio estructural y necesario. El jeltzale Joseba Díaz Antxustegi has sido claro en la entrevista concedida al grupo Vocento. Que la calma reine en Confebask.
Antxustegi tiene razón. Esta patronal que pretende robarnos el debate y la oportunidad de establecer un salario mínimo propio para quienes vivimos en la CAV tiene motivos de sobra para estar tranquila. A pesar de las ganancias históricas de muchas empresas, mantendrán los privilegios fiscales.
Es el modelo del PNV, en el que tiene al PSE como alumno aventajado y parece ser que ahora también a Podemos. Antes que recaudar más a través de la política fiscal e invertir en servicios públicos, prefieren perpetuar un sistema injusto. Desde 2007 se ha reducido la presión fiscal soportada por las rentas de capital y el IRPF dual es una muestra de ello. La misma renta obtenida, cuando se trata de rentas de capital, tributa en hacienda menos que si son rentas del trabajo. En 2023, el peso del IRPF en nuestro sistema tributario es del 38,68% y que la principal aportación la realizan las rentas del trabajo (91,75%).
Más tranquilizantes para Confebask. El Impuesto de Sociedades actualmente es del 9,79%, (en 2007 el 16,04%). Lo que pagan los empresarios por sus beneficios es menos del 10% del total recaudado por las haciendas. La competitividad y el absentismo preocupan a la confederación empresarial, y el PNV y PSE deciden competir con el sistema fiscal de Madrid en cobrar menos a las rentas de capital y lograr un mayor absentismo en la aportación de los empresarios.
La joven promesa jeltzale afirma que el objetivo del sistema tributario es «dejar el dinero en los bolsillos de la gente más que recaudarlo». Los resultados de este dogma neoliberal son conocidos. Todos los acuerdos adoptados desde 2007 han contribuido a debilitar los principios de equidad y progresividad en el IRPF y a reducir su función redistributiva dentro del sistema tributario. Los cambios introducidos al Impuesto de Sociedades no han logrado estimular la actividad empresarial ni reforzar el tejido empresarial.
“Dinero en el bolsillo”, quizá porque como consecuencia de desmantelar de la sanidad pública tendremos que pagarla. “Dinero en el bolsillo”, pero para sostener la política industrial, pidiendo mayor endeudamiento en Madrid.
Los jeltzales manejan el juego tramposo de los pequeños cambios en las deducciones para algunos sectores con bajos ingresos, esperando que con ello les compremos la jugada. Las migajas que nos dan con una mano esconden la tijera que tienen en la otra: negarse a reforzar los servicios públicos, impedir que la transformación ecosocial en el sector productivo sea justa y favorable a las y los trabajadores, favorecer a los arrendatarios en la política de vivienda más que intervenir en el mercado a favor de las inquilinas y dar la espalda a la posibilidad de dar paso a un sistema público-comunitario que, en plena crisis de cuidados revolucione el actual modelo. No picamos el anzuelo.
Esta revisión es seguir haciendo lo mismo que hasta ahora: política neoliberal clásica. Y claramente esta propuesta es menos dinero para afrontar prestaciones sociales, servicios públicos y retos estratégicos.