Elixabete Etxeberria y Ane Escondrillas, representantes de la Secretaría Feminista de LAB, han escrito sobre los presupuestos de la CAV para 2020. "Los proyectos del Gobierno Vasco en torno a las mujeres son un puro fraude", concluyen.
El Gobierno de PNV-PSE no es feminista. No ha dado un solo paso para hablar o ponerse en contacto con el Movimiento Feminista de Euskal Herria. No lo ve como un interlocutor válido. No lo toma en cuenta a la hora de concretar sus políticas. Y lo que estaba claro queda aún más diáfano al analizar los presupuestos para 2020.
El Gobierno Vasco durante el último año ha anunciado diversos compromisos para avanzar en políticas de género. Hay mucho que hacer desde las instituciones actuales para mejorar la situación de las mujeres, incluso dentro de las limitaciones evidentes que tienen estas instituciones. Se puede (y es necesario) proteger a las mujeres ante la violencia, la precariedad y la exclusión social. Es posible alinearse con el movimiento feminista para dar impulso a los cambios que estamos promoviendo. Los presupuestos se presentaron en el contexto de las Jornadas Feministas, una oportunidad inmejorable para trasladar a dichos presupuestos la presunta apuesta por unas políticas feministas. Sin embargo, ni rastro de ello.
La única novedad que encontramos en los presupuestos es que el análisis de género se ha realizado de una forma más rigurosa que como se venía haciendo hasta el momento. Se han tomado en cuenta más variables de género para su composición, lo que ha dado como resultado que el gasto en políticas de género sea más visible. Pero, en el fondo, poca innovación y poco cambio, ni en las políticas, ni en la financiación. Con estos presupuestos se reivindican las políticas de género actuales, pero sin haber medido su efectividad ni su valor mediante un análisis de la situación de las mujeres.
En la CAV hay tres proyectos en marcha que deberían transformar notablemente la situación de las mujeres. Han adoptado el compromiso de renovar la Ley de Igualdad, pero no han reservado una partida económica a tal efecto. Lo han dejado en manos de Emakunde, pero tampoco han variado sustancialmente la financiación de este organismo. Es decir, van a hacer lo mismo, de la misma manera y con el mismo presupuesto. ¿Acaso esperan así que el resultado sea diferente?
Dentro de la nueva Ley de Igualdad se va a actualizar el plan integral contra la violencia sexista, pero sin prever ninguna inversión específica. Ni avances, ni cambios, ni voluntad.
El plan estratégico contra la brecha de género, que ya ha sido presentado dos o tres veces a lo largo del año, necesita de financiación. En su momento ya denunciamos que no se realizaba ninguna nueva inversión para ese plan, ya que no consiste más que en un recopilatorio de distintos planes ya existentes. Correspondía a este proyecto presupuestario corregir esta deficiencia. Y no, también han fallado en esto.
No hay ninguna partida en concreto que nos haya llamado la atención, no hay ninguna inversión que suponga un cambio para con los presupuestos anteriores. Pero el fraude no se limita a esto. Se retrocede en políticas de género, políticas que deben ser transversales y que deben involucrar al resto de políticas. Ahí radica el mayor fraude de estos presupuestos.
Con estos presupuestos las políticas públicas continuarán perdiendo fuerza y peso. En favor de los mercados y en beneficio de la inversión privada y de los intereses particulares. En educación y sanidad, entre otros, se invertirá menos que lo que se hizo en 2009. La participación pública será menor y más débil. ¿Cómo cambiar la realidad de las mujeres sin intervenir en las razones que se encuentran tras la violencia, la discriminación y la precariedad? Las políticas públicas principales se dirigen a dar de comer al mercado, mientras las políticas que habría que realizar para cambiar realmente las cosas quedan en un segundo plano.
Las feministas aprendimos hace mucho tiempo que lo que no se nombra no existe. Y eso, llevado a la política, se traduce en que aquello que no cuenta con financiación tampoco existe. Lo que no aparece en los presupuestos, no es más que discurso vacío e inútil. Y eso sí tiene nombre: fraude.
No hay políticas de género, si no se refuerzan las políticas públicas, si no se toman medidas concretas para transformar la realidad desde la iniciativa pública. No hay políticas feministas sin reparar en el problema de los cuidados, sin tomar la decisión de cambiar las relaciones de poder que se encuentran tras la violencia sexista. No hay políticas feministas sin poner en tela de juicio el sistema que se ha sido construído y se ha desarrollado sobre la opresión de las mujeres.