Dos años después de la entrada en vigor de la última gran reforma laboral el panorama es desolador: los servicios públicos de empleo registraron en febrero un total de 229.118 personas desempleadas en el conjunto de Hego Euskal Herria, es decir, 1.784 más que en enero.
La realidad es tozuda; y los insistentes anuncios de recuperación económica no se han traducido en un aumento del empleo, ni en una mejora de las condiciones laborales, sino todo lo contrario.
Tal es así, que las reformas acometidas se han destapado como una gran estafa y, lejos de impulsar el crecimiento del empleo, constituyen la punta de lanza del poder económico y empresarial para blindar sus intereses y aumentar la tasa de beneficios.
Los mensajes de valoración positiva ante este raquítico dato por parte de la ministra de empleo del Gobierno de Madrid, sólo pueden encuadrarse en la campaña publicitaria que están llevando a cabo para tapar las desastrosas consecuencias de la reforma laboral y, seguramente, ir preparando el terreno para una nueva vuelta de la misma, tal y como volvió a reclamar Lagarde ayer mismo.
Igualmente, es incomprensible, por no decir insultante, que desde el Gobierno de Iruñea se pretenda vender como un cambio de tendencia que se hayan contabilizado 81 personas menos en desempleo.
Mención aparte merece el Gobierno de Gasteiz, que pretende utilizar los negativos datos de destrucción de empleo como “acicate” para sus políticas de supuesta reactivación económica. Políticas que, como ya hemos denunciado, se han demostrado totalmente ineficaces.
Los gobiernos de Euskal Herria deben optar por hacer unas políticas propias, basadas en la realidad de nuestro tejido económico, no supeditadas a los intereses de las grandes empresas ni de las políticas diseñadas en Madrid. Mientras se siga destruyendo economía real se seguirá destruyendo empleo. Mientras sigan rehusando el debate que necesita nuestro pueblo sobre qué modelo de relaciones laborales debemos dotarnos y se sigan favoreciendo los intereses cortoplacistas de la patronal reforma laboral en mano, se seguirá destruyendo empleo y, más aún, ahondando en el empobrecimiento de toda la clase trabajadora y, en consecuencia, de toda Euskal Herria.
Todavía hoy resuenan los ecos de las protestas desatadas contra la visita de los máximos representantes de la Troika y del Estado español, así como de algunos de los líderes empresariales más poderosos e influyentes del mundo. En sus mensajes fingieron mostrar preocupación por el elevado nivel de desempleo; sin embargo, tras este disfraz no consiguieron ocultar sus verdaderos propósitos: la exigencia de nuevos ajustes y de profundizar la reforma laboral.
Después de todo, el motivo de la visita no era otro que respaldar el rumbo de las reformas impuestas en el Estado español por los sucesivos gobiernos del PSOE y del PP, y al mismo tiempo exigir que continúen endureciendo su contenido antisocial como instrumento para ganar competitividad.
En realidad, el paro y las condiciones laborales nunca ha ocupado un lugar prioritario en la agenda de trabajo de los embajadores del capitalismo mundial. Su único objetivo consiste en garantizar los intereses de la élite económica a la que representan.
En este sentido, no sorprenden las extremas medidas de seguridad desplegadas con motivo del foro económico organizado en Bilbo. Sin duda son directamente proporcionales a la falta de confianza y simpatía que despiertan sus políticas entre la población, que no está dispuesta a seguir soportando las consecuencias de sus recetas económicas en provecho de una minoría.
Por eso, hoy más que nunca, es preciso poner fin a las políticas de empobrecimiento y centrar todos nuestros esfuerzos en la lucha contra el paro y la precariedad.
Gasteiz, 4 de marzo de 2014