El Comité Nacional de LAB ha realizado una declaración con motivo del Día Internacional del Medio Ambiente.
El sistema capitalista se basa en la explotación. Su sed de dinero es ilimitada y no le importa que, por el contrario, nuestros recursos, medioambiente y ecosistema sí tengan límites. Es un sistema extractivista, que tiene como eje la mercantilización e todos los modos de vida. Así, en nombre de un mal entendido progreso y con la productividad como mantra, está poniendo en serio riesgo la biodiversidad, la naturaleza y el planeta mismo.
Hemos empezado a sufrir la crisis ecológica y sus terribles consecuencias: sequías, agotamiento de los recursos fósiles, contaminación, cambio climático… la destrucción del medioambiente ha desplazado a millares de personas y las guerras imperialistas por el control de unos recursos naturales cada vez más escasos acaban con la vida de millones.
Nos reafirmamos en las decisiones que tomamos en nuestro Congreso y en las bases que sentamos en él, ya que dentro del conflicto capital-vida avanzar hacia el ecosocialismo es cuestión de vida o muerte. Situamos la vida en el centro, por lo que la prioridad debe ser el cuidado de la misma. Como quedó de manifiesto en las Jornadas ecosocialistas que organizamos en Euskal Herria, el cambio debe ser abordado con tres perspectivas que se complementan entre sí: ecológica, social y democrática; ecológicamente sostenible, socialmente justo y decidido democráticamente. Si queremos parar la destrucción que provoca el capitalismo heteropatriarcal, será obligatoriamente por medio del ecosocialismo y el feminismo.
El mismo concepto de empleo también debe ser condicionado al trabajo que resulta socialmente necesario y al reparto justo de la riqueza, en lugar de relacionarse con el nivel de producción. Debe crearse una cultura sindical ecosocialista para ello. Debemos ir cambiando las posturas y actitudes individuales y colectivas, haciendo una transición hacia un nuevo modelo. LAB tiene claro el camino: defenderemos el medio, siendo un agente activo en la sociedad y también tomando parte en las decisiones dentro de las empresas.
Es necesario influir en los modos y medios de producción; la clase trabajadora tenemos mucho que decir para que nuestra actividad en las empresas no sea perjudicial para nuestras vidas. Asimismo, la ciudadanía debemos influir en las instituciones, para que respeten y cuiden el medioambiente y la salud de todas y todos, por encima de los intereses especulativos. Para ello, es imprescindible que las decisiones estén en nuestra mano; la participación de las y los trabajadores y los demás sectores de la sociedad es primordial para que se gestione en favor de toda la comunidad, ahora y para las futuras generaciones.
Tal y como dice el conocido lema, debemos pensar globalmente y actuar localmente. Planteamos para ello cambios reales y factibles y, con esta perspectiva, fomentaremos alianzas y colaboraremos con el resto de agentes, tal y como hemos hecho hasta el momento.
En este sentido, nuestras prioridades son claras:
No aceptaremos la energía nuclear. Gracias al rechazo de la ciudadanía y la clase trabajadora Lemoiz no se puso nunca en marcha y logramos cerrar Garoña. Ahora, pretenden que la energía nuclear de las centrales que no pudieron construir en Euskal Herria se importe por medio de una autopista eléctrica precisamente a través de Lemoiz desde el Estado francés al español. Esto es insultante, incluso simbólicamente.
Continuaremos trabajando para que no se utilice en Euskal Herria la fractura hidráulica o fracking. Además de contaminar tierras y acuíferos, está demostrado que es perjudicial para la salud, razón por la que cada vez en más lugares se trata de una técnida prohibida. La transición energética no puede dejarse en manos de las grandes multinacionales eléctricas. Debemos parar el consumo excesivo y aportar por energías renovables y sustitutivas. Y, junto con ello, acabar con los monopolios, aumentar el control social e impulsar modos comunitarios de producción energética.
En lo referente a la movilidad, exigimos acabar con las obras del macroproyecto del tren de alta velocidad y que se realice una auditoría social al respeto. El TAV, además de perjudicar nuestro medioambiente, también constituye un perjuicio económico y social. Debemos apostar por medios de transporte comunitarios y públicos y reducir los desplazamientos todo lo posible, ya que el trasnporte privado es una de las mayores fuentes de contaminación.
En lo que respecta al tratamiento de los residuos, es bien sabido que los sistemas basados en la incineración son causa de enfermedades y contaminación. Hoy en día hemos llegado a un nivel de residuos que no es asumible y, por tanto, es esto lo que hay que atajar. Necesitamos un modelo de producción y consumo responsable con el medio y la salud. Para poder dejar de lado la incineración, es necesario que el objetivo sea producir cero residuos. Fomentaremos el sistema más adecuado para ello.
También es importante trabajar por la soberanía alimentaria. Además de tratarse de una apuesta que revierte en el medio y en nuestra salud, es fundamental para el desarrollo social y económico de nuestro territorio. Además, es clave para que en Euskal Herria se vuelva a dar la importancia que merecen a sectores que desde siempre han sido estratégicos para nosotras y nosotros, como son la pesca, la agricultura, la silvicultura de hoja ancha…
El sindicalismo debe luchar por condiciones de vida y de trabajo dignas. Debemos defender un modelo de vida que sea realmente sostenible para nuestro pueblo, nuestra comunidad, la clase trabajadora y para toda la ciudadanía. Este ha sido siempre y seguirá siendo el compromiso de LAB.
Por último, no podemos dejar de mencionar que ante quienes toman el camino de trabajar por la alternativa, los guardianes de los intereses del capital y de las grandes empresas no dudarán nunca en hacer todo lo posible, incluso imponer un castigo ejemplar. Queremos trasladar toda nuestra solidaridad a Ainhoa Intxaurrandieta e Iñaki Errazkin. En propias palabras de Iñaki “serán dueños de las instituciones y del poder judicial, pero nosotras y nosotros debemos demostrar que sí existen alternativas”.