Desde que se destapó el escándalo de las filtraciones en la OPE, el papel jugado por Darpón ha sido inaceptable. En vez de investigar lo ocurrido hasta el fondo, el consejero ha intentado ocultar la realidad, quitando importancia a las graves irregularidades denunciadas, arremetiendo contra quienes hemos presentado las denuncias y mintiendo una y otra vez para intentar negar lo que era innegable.
LAB ha sido uno de los motores de estas denuncias y de la investigación en marcha, y Darpón no nos lo ha perdonado. En un primer momento, negando nuestras denuncias e informes y, posteriormente, poniendo en tela de juicio nuestra representatividad en el sector.
Queremos señalar que esa actitud agresiva del señor Darpón no es nueva. Desde que asumió el cargo, no ha cesado en sus ataques al sindicalismo de confrontación y a las reivindicaciones de los y las trabajadoras de Osakidetza, siempre de modo chulesco y falto de respeto. LAB ha estado en la diana de esos ataques en muchas ocasiones.
En todos estos años, Darpón ha sido un claro abanderado de la imposición y de la falta de voluntad negociadora. Años además, en los que se han aplicado graves recortes que han empeorado considerablemente las condiciones laborales del personal de Osakidetza. Esa falta de negociación es la que nos ha obligado a la movilización y también a acudir a los tribunales. Precisamente hemos visto recientemente cómo, una vez más, los tribunales se han pronunciado contra Osakidetza y dan la razón a las reivindicaciones de la plantilla en el caso del desarrollo profesional.
En Osakidetza hemos podido ver lo que tanto Darpón como el PNV quieren ocultar: que la CAV no es ni por asomo un “oasis” libre de corrupción, sino todo lo contrario. Cada día que pasa está más claro que la corrupción tiene hondas raíces en nuestro pueblo. Osakidetza, la empresa más grande de la CAV y la que provee la atención sanitaria pública, no es la excepción: filtraciones en las OPEs, caso Margüello, y los que vendrán…
Aunque la noticia de la dimisión del señor Darpón es buena, tenemos claro que el cambio de nombres no garantiza un cambio de dirección. Esté quien esté en el cargo de la consejería, lo que debe cambiar de raíz es la forma de hacer política y de gestionar lo público. Ni Osakidetza ni los servicios públicos son un cortijo o un batzoki de nadie.