Klemen es un trabajador de Glovo. Aunque Glovo no lo quiera reconocer. Pero está claro que lo es. Y como tal trabaja 60 horas semanales, sin ningún día de descanso, repartiendo a domicilio bajo los dictados del algoritmo esclavista de Glovo. Y descontando los gastos, no llega ni a los 1.000 euros limpios mensuales. Una tras otra están cayendo sentencias que confirman lo que Klemen ya sabe desde el primer día que cogió la mochila amarilla. Que él y sus compañeros son falsos autónomos. Que, efectivamente, tienen una relación laboral con Glovo. Pero el capitalismo digital es tan implacable como el análogico. Así que toca seguir luchando. En el caso de Klemen, mediante la sección sindical de LAB que han creado en Glovo.
Analizamos con Klemen Celestino y Berta García, miembro de la Federación de Servicios Privados de LAB, las consecuencias de las sentencias contra Glovo, la insuficiente Ley Rider, y la importancia de organizarse para luchar por unas condiciones de trabajo dignas.