Ha aprobado una declaración a favor del marco vasco de relaciones laborales y protección social y ha profundizado en la estrategia del sindicalismo ecosocialista.
La coordinadora general de LAB Garbiñe Aranburu y el coordinador general Igor Arroyo han dado cuenta hoy, en la sala FICOBA de Irun, del informe de gestión presentado por la dirección de LAB.
Igor Arroyo ha destacado que LAB ha llegado a la Asamblea Intercongresual tras superar la barrera de las y los 50.000 afiliados (con un crecimiento del 27% en diez años), con casi el 20% de la representación sindical en Hego Euskal Herria y con una presencia cada vez mayor en Ipar Euskal Herria. Desde el punto de vista cualitativo, las claves destacadas por la dirección de LAB han sido tres, la primera de ellas es que el trabajo realizado por LAB para articular las luchas ha dado resultados y hay que seguir luchando en la misma línea.
Garbiñe Aranburu ha explicado que en los últimos años ha habido un florecimiento de las luchas sindicales, y que ha habido diversas huelgas y movilizaciones sector a sector y empresa a empresa. En todas estas luchas la aportación de LAB ha sido fundamental, cada año hemos participado en cerca de 200 luchas, la mayoría de las veces junto a otros sindicatos y en muchos casos en alianza con los agentes sociales.
«Hemos llegado a varios acuerdos para defender el empleo y mejorar los salarios y las condiciones laborales», ha señalado Aranburu, «en la Negociación Colectiva se ha demostrado la validez de las dos tesis defendidas por LAB: por un lado, que sin lucha no hay convenio; y por otro, que los convenios sectoriales tienen mucha importancia para hacer frente a la estatalización».
Así, gracias a la lucha, se han actualizado muchos convenios y se ha ampliado el nivel de cobertura de la negociación colectiva, pero persisten algunos obstáculos que hay que superar a través de la lucha: el veto del Estado a decidir aquí los salarios y la política de contratación en la función pública; los convenios que permanecen bloqueados, especialmente en los sectores feminizados, en los ámbitos relacionados con el cuidado; los sectores que no tienen convenio de aquí, como el de químicas, colectividades o los centros especiales de empleo; y los sectores a los que se les vulnera el derecho a la negociación colectiva, como las trabajadoras de hogar.
Asimismo, más allá de las luchas sectoriales, LAB ha defendido y defenderá la necesidad de establecer medidas más generales para todas y todos los trabajadores. En este sentido, Aranburu se ha referido a la Huelga Feminista General: «fue un hito histórico que puso de manifiesto la necesidad de transformar el cuidado y, además, permitió forjar una alianza entre el movimiento feminista y varios sindicatos. Ante la facilidad con la que las instituciones abandonan este tema, hay que mantener la presión «.
Aranburu señala que la otra iniciativa importante de este periodo es la ofensiva puesta en marcha a favor del propio Salario Mínimo Interprofesional: «Queremos resaltar el consenso alcanzado por la mayoría sindical, por encima de diferencias, para trabajar conjuntamente por un salario mínimo propio, algo que es estratégico. Tal y como hemos venido defendiendo desde LAB, si no se puede llegar a consensos generales, alcancemos consensos en temas sectoriales, entre ellos el del salario mínimo «. En este sentido, Aranburu ha denunciado la hipocresía de la patronal que se llena la boca con la necesidad de acuerdos en este sentido y ha señalado la determinación de conseguir este reto, ya sea obligándola a sentarse en la mesa de negociación o adquiriendo la competencia para establecer el salario mínimo.
La segunda clave destacada por la dirección de LAB es la capacidad de situar en el centro de la agenda política temas clave para las y los trabajadores. Aranburu ha señalado que «los problemas que tenemos en la sanidad, en la política de vivienda o en la industria están encima de la mesa. Ahora son necesarios cambios radicales en las políticas públicas que nos han traído a esta situación. Hay que reforzar el sistema sanitario público, hacen falta políticas públicas que aseguren el derecho a la vivienda, hay que impulsar una política industrial para la transición ecosocialista. No aceptaremos cerra debates abiertos sin la participación y el acuerdo de las y los trabajadores. Por eso tenemos muy claro que hay que seguir profundizando en el sindicalismo de contrapoder, es imprescindible mantener pisado el acelerador de la presión”.
Asimismo, Aranburu ha destacado la necesidad de políticas públicas independientes que respondan a las necesidades de las y los trabajadores. En este sentido, la Asamblea Intercongresual de LAB ha aprobado una resolución en favor del marco vasco de relaciones laborales y protección social. En esta resolución se propone, paso a paso, la configuración de un modelo diferente en Euskal Herria, tanto en el ejercicio de las competencias existentes como en la ampliación de la capacidad de decisión.
Igor Arroyo ha hecho referencia a la tercera clave: la renovación del modelo sindical. «Para hacer frente a los valores conservadores y reaccionarios que se están extendiendo, nuestra apuesta es desarrollar un sindicalismo luchador, feminista y antirracista».
En este sentido, Arroyo ha destacado tres novedades: del mismo modo que se hace por los derechos laborales, la decisión de hacer sindicalismo también a favor del derecho a la vivienda; la aprobación del I Plan Antirracista Interno materializando el compromiso adquirido en el Congreso de 2022; y la apuesta por el desarrollo del sindicalismo ecosocialista realizada en la Asamblea Intercongresual.
Precisamente, los y las 500 congresistas han realizado un ejercicio específico en torno al sindicalismo ecosocialista, divididos y divididas en 40 grupos de trabajo. LAB recogerá las aportaciones recibidas y pondrá sobre la mesa una propuesta concreta. «En la próxima década habrá cambios profundos y nosotras tenemos la determinación de competir por el rumbo de esos cambios», ha señalado Arroyo, quien ha añadido que «vamos a luchar por una transición ecosocial justa; es decir, queremos que el cambio de las fuentes de energía y del modelo productivo sirva de acicate para garantizar la supervivencia del planeta, redistribuir la riqueza y mejorar las condiciones laborales y de vida de los y las trabajadoras».
























