Asimismo, según los resultados de la encuesta, la población ocupada aumentó un 1% con respecto al trimestre anterior, lo que supone unos 11.000 puestos de trabajo netos. Sin embargo, este ligero incremento de la ocupación no ha beneficiado por igual a hombres y mujeres, ya que la ocupación femenina se ha reducido en un punto porcentual, es decir, hay 5.500 mujeres menos ocupadas.
En todo caso, conviene señalar que la EPA considera que una persona está empleada si ha trabajado al menos una hora durante la semana de referencia (la inmediatamente anterior a la entrevista). Y en Hego Euskal Herria, la población que vive en hogares con muy baja intensidad de empleo se ha más que duplicado desde el inicio de la crisis. Precisamente, este comportamiento del mercado laboral está permitiendo “embellecer” las cifras de ocupación.
Por otro lado, también comprobamos que en los últimos doce meses la población asalariada ha aumentado en 19.600 personas; sin embargo, en ese mismo periodo se han perdido alrededor de 7.000 puestos de trabajo fijos.
De hecho, durante los primeros años de la crisis, la intensa destrucción de empleo temporal permitió disminuir la tasa de temporalidad por debajo del 20%; sin embargo, en la actualidad ya supera el 25%. Esto significa que una de cuatro personas asalariadas tiene un contrato temporal.
Por tanto, debemos denunciar que el incremento de la temporalidad, la extensión de la contratación a tiempo parcial y el constante ataque a los salarios están impulsando el empobrecimiento generalizado de la clase trabajadora.
Pero detrás de estos factores se encuentra la profunda transformación del modelo de relaciones laborales ejecutada a través de sucesivas reformas que están contribuyendo a agravar de forma alarmante los niveles de pobreza laboral existentes.