En palabras de Miguel Ángel Ruiz Estrada, presidente de la CST-JBE, se debe responder "con responsabilidad por los verdaderos intereses de la nación, para el pueblo, para los pobres de Nicaragua". LAB se ha puesto en contacto con el dirigente sindical para conocer de primera mano la situación de Nicaragua.
Miguel Ángel Ruiz Estrada; es nacido en el departamento de Granada, Nicaragua, en populoso barrio llamado Domingazo, el 8 de noviembre del año de 1963, desde joven lucha contra la dictadura somocista en su departamento natal, por un buen tiempo funciono como el secretario de relaciones nacionales e internacionales de la Central Sandinista de Trabajadores en los años 80’s y parte de los 90’s y luego se traslada a realizar su actividad sindical con la Confederación Sindical de Trabajadores “José Benito Escobar” denominada CST-JBE, en la que llego a ser el secretario general en 4 períodos del 2009 al 2017 y hoy en día es el Presidente, así también, es miembro del Consejo Presidencial de la Federación Sindical Mundial (FSM) y Vicepresidente del Comité Consultivo del Sistema de Integración Centroamericano (CC-SICA)
La Confederación Sindical de Trabajadores “José Benito Escobar” (CST-JBE) es una organización sindical convenidamente constituida el 26 de julio de 1979 y legalizada de conformidad al Reglamento de Asociaciones Sindicales (RAS) 17 de enero de 1999; su ámbito de acción es nacional y con presencia organizada en todo los sectores de la economía nicaragüense, con una afiliación aproximada a los 156,000 afiliados; organizados en 23 Federaciones que aglutinan a más de 155 sindicatos de trabajadores y trabajadoras.
Nuestra visión es contribuir desde el sindicalismo a la construcción de un nuevo país, donde se respeten los derechos humanos entre ellos los laborales y se luche más por una sociedad justa, democrática, participativa y donde no exista barreras de desigualdad entre mujeres y hombres por razones de sexo, raza, credo político, ni religioso. Y una misión desarrollar un movimiento sindical institucionalizado de nuevo tipo, en lucha sin descanso junto a los otros actores de la sociedad civil, hasta alcanzar una sociedad con democracia política, económica y social, que redunde en el mejoramiento de las condiciones de trabajo y de vida de las y los trabajadores nicaragüense y sociedad en general.
Principios que guían a la CST-JBE:
1.-Somos una estructura sindical amplia y democrática, respetuosa de la autonomía de las organizaciones afiliadas.
2.-Creemos firmemente en un sindicalismo de nuevo tipo; que promueve cambios, que genera propuestas, que lucha por dejar atrás practicas incompatibles; como el autoritarismo, el caciquismo.
3.-Nos regimos por nuestros propios estatutos y normas, respetamos las instancias y procedimientos que nos rigen.
Aspiramos a construir relaciones fraternas y horizontales con distintas expresiones sindicales, populares, movimientos y organizaciones no gubernamentales y cualesquier otra expresión social inmersa en la sociedad civil.
4.-Creemos firmemente en nuestro compromiso social, en la necesidad de aportar nuestros mejores esfuerzos en la construcción de una sociedad más justa y democrática. Tenemos una clara identidad con los pobres y excluidos de Nicaragua y del Mundo.
5.-Es una meta permanente la búsqueda de construcción de movimientos globalizados, en esta línea lidiamos por fortalecer los lazos de solidaridad entre organizaciones socialmente comprometidas con los pobres y con los pueblos del mundo.
6.-Estamos comprometidos a mantener en nuestra agenda permanente, la lucha reivindicativa, promoción a la salvaguardia del medio ambiente.
7.-Es nuestro primer deber; promover y exigir el respeto de los derechos humanos en general, en particular los laborales, la libre expresión organizativa, en democracia económica y política y a la lucha por la igualdad y la equidad de género, es decir, poseer una visión socio-política.
8.-Creemos en la unidad sindical legítima, sin condición alguna. Por lo que permanentemente hacemos votos para ella.
9.-Rechazamos de facto, la imposición de modelos económicos dictados por las Instituciones Financieras Internacionales (IFI’s), tales como; el F.M.I., el B.M. y cualquier otra forma de exigencia para la implementación y conducción de la economía nacional. Por ser esto modelos excluyentes, nocivos para la economía y la sociedades, estamos por una verdadera integración y globalización donde seamos verdaderos protagonistas y no simple fichas de la política expansionista del irracional capitalismo y del mercado.
La Federación Sindical Mundial expresa permanentemente su solidaridad al gobierno y el esfuerzo que realiza el Presidente Daniel Ortega por una Nicaragua libre, democrática y socialista. Porque el pueblo de Nicaragua decida por sí mismo su presente y su futuro sin las amenazas y la injerencia de los imperialistas". Asimismo, el Secretario General de la Federación Sindical Mundial (FSM), George Mavrikos, también tiene acercamiento con la dirigencia del Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), e insta a esta organización a mantenerse firmes por la defensa de los objetivos de la Revolución Sandinista, los que son también los objetivos para la clase trabajadora de Nicaragua. Mavrikos señaló que saluda al movimiento sindical de izquierda de nuestro país en nombre de los 80 millones de afiliados de la Federación Sindical Mundial en 120 países de los cinco continentes, además, la "Federación Sindical Mundial está firmemente a su lado. Siempre apoyará con acciones y de todas las formas posibles a la Revolución Sandinista, al movimiento sindical clasista, en contra de los órganos de los imperialistas. Ayudó por todos los medios a aquella lucha heroica. Y hoy continua firmemente en contra de los capitalistas, en contra de la barbarie capitalista, en contra de la agresividad imperialista".
A los amigos, hermanos y compañeros Vascos, en Nicaragua desde la perspectiva sandinistas se les recuerda como los amigos de la gran solidaridad internacional, luchadores por el amor, la paz, la justicia y la tranquilidad para sus hermanos nicaragüenses y por la democracia para el desarrollo social y principalmente para los pobres y marginado por historia en la Nicaragua de Sandino, de Carlos Fonseca y de los héroes y mártires de esta revolución que hoy continua su ideología revolucionaria e impulsando proyectos de magnitudes y enfoques sociales para los pobres nacionales y es lo que el capital e imperio quiere boicotear con manipulados intelectuales u otros eruditos que están a su vez manipulando la embriaguez de una juventud que no entiende para lo que se han prestado cosa que se les explica en apartado más adelante, por lo que les prevenimos compañeros de Euskadi no dejarse enredar o burlar por los nicas que puedan estar a esos 8,500 kilómetros de su país de origen con lo que verdaderamente se pretende con las acciones y terrorismo que la burguesía dirigidas por el imperio quieren eliminar el proceso de transformaciones sociales impulsadas por la revolución a través del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional encabezado por el Frente Sandinista con el Comandante Daniel Ortega al frente.
Los diecisiete años que empobrecieron a Nicaragua
Entre 1990 y 2006 gobiernan Nicaragua tres regímenes políticos de corte neoliberal, el de Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños. 17 años de contrarrevolución neoliberal en el que los gobiernos facilitaron a la empresa privada extranjera desmantelar el Estado, saquear a la nación y empobrecer a su población. Los mecanismos utilizados fueron el desmontaje del fisco, la privatización de las empresas y servicios públicos, el endeudamiento del país y la corrupción de sus funcionarios, el desempleo de los trabajadores y la descapitalización de los productores.
Desmantelamiento y regresividad fiscal
Lo primero que hicieron fue desmantelar la protección arancelaria, eliminando los impuestos a la importación de mercancías competitivas con la producción nacional, lo que dejó desamparado a nuestros productores, beneficiando por supuesto a los importadores y sobre todo a las empresas estadounidenses y europeas que pudieron invadir nuestra economía con mercancías desgravadas.
Si hasta 1990 el promedio de imposición arancelaria era de 50%, al final del período neoliberal dicho porcentaje había bajado a 5%. Las actividades que más sufrieron fueron las alimentarias y artesanales. Nicaragua comenzó a ser invadida de alimentos, muebles o zapatos y nuestros productores comenzaron a resentir fuertemente dicha competencia.
A su vez a las grandes corporaciones transnacionales se les exoneró de todo tipo de impuestos: impuesto sobre la renta, impuesto sobre bienes inmuebles, impuesto al valor agregado, etc., etc. Esta situación, unida a otras facilidades, contribuyó incluso a la quiebra de muchos productores y empresas nacionales que fueron sustituidas por empresas extranjeras.
Se calcula que el fisco dejó de percibir cada año 500 millones de dólares por exenciones y exoneraciones impositivas y por reducción de los aranceles externos. Las corporaciones extranjeras se enriquecieron y Nicaragua entera se empobreció.
Es así que Nicaragua tiene la tributación más regresiva del mundo, pues el sector privado apenas paga el 10% de nuestras recaudaciones, mientras que el pueblo aporte el 90% del presupuesto fiscal de la república.
Privatización, endeudamiento y corrupción
Alrededor de 400 empresas del Estado se vendieron a precio de guate mojado, incluyendo los bancos estatales, como el Banco Nacional de Desarrollo, el Banco Popular, entre otros.
Muchas de estas empresas habían sido confiscadas a los somocistas y a los enclaves extranjeros: empresas de comunicación, energéticas, mineras, ganaderas, algodoneras, tabacaleras, cafetaleras, arroceras, cañeras, industriales y comerciales. La privatización de estas empresas, benefició a los dueños a quienes posteriormente se les indemnizó sumas millonarias pagadas por el presupuesto nacional, lo que comenzó a agrandar la deuda interna del país.
Se calcula que el patrimonio público perdió alrededor de 1,000 millones de dólares por haber vendido con facturas subvaluadas las cuatrocientas empresas, tanto las empresas de la Corporación Nacional del Pueblo (CORNAP) como las empresas públicas nacionales, sin contar con las ganancias que el Estado ha dejado de percibir.
Asimismo, estos gobiernos privatizaron los servicios públicos como la educación, la salud, el servicio eléctrico, la telefonía, el agua, entre otros. Inmediatamente, por supuesto, las tarifas de estos servicios comenzaron a aumentar para la población.
La privatización de las empresas productivas y comerciales del Estado, la quiebra de las empresas nacionales y de los bancos privados, generó una gran corrupción donde participaron empresarios extranjeros, empresarios nicaragüenses y funcionarios de gobierno.
El mecanismo más usado fue el siguiente: en un primer momento el gobierno le vendía a funcionarios tales empresas a precios muy inferiores a los precios en libros o a los precios de mercado, meses después los primeros compradores las revendían a empresarios extranjeros a mayores precios, con una diferencia de decenas de millones de dólares por encima del precio inicial, como fue el caso de las empresas de telecomunicación y electrificación, hoy en manos de Movistar y Unión Fenosa. Otras veces se vendían tales empresas directamente a los empresarios extranjeros a precios ridículos comparados con su precio real, siendo emblemático el caso del balneario de Montelimar, hoy en manos de Barceló.
Aunque la corrupción más conocida fue la entrega y venta de bonos y certificados estatales a los empresarios somocistas confiscados y a los banqueros. A los primeros se les entregaron Bonos de Pago por Indemnización (BPI), a los segundos se les vendieron Certificados Negociables de indemnización (CENIS).
Los especialistas e instituciones gubernamentales calculan que por concepto de venta subvaluada de las empresas públicas, BPI y CENIS, el Estado nicaragüense perdió y sigue perdiendo, pues se sigue pagando una cuantiosa deuda interna. Solamente por concepto de bonos a los confiscados somocistas se deben 817 millones de dólares y por bonos a los banqueros se deben 365 millones de dólares, en total más de 1,000 millones de dólares que el Estado le debe a la oligarquía por haberle vendido ventajosamente empresas y bonos.
Mientras el campo socialista nos condonaba cerca de 5,000 millones de dólares, por concepto de deuda externa concedida a la revolución, los gobiernos oligarcas nos endeudaban con 3,000 millones de dólares aproximadamente, por concepto de deuda interna contraída con ellos mismos en forma ventajosa.
Desempleo masivo, descapitalización y migración
En cuanto llegaron al poder, los gobiernos neoliberales comenzaron a despedir a cientos de miles de asalariados. Lo primero que hicieron en este sentido fue despedir a 90.000 personas de las fuerzas armadas que vivían de su salario.
Inmediatamente después despidieron a 50.000 trabajadores de las empresas de las corporaciones estatales, pues tenían que entregarlas libres de sindicatos y prestaciones sociales a los antiguos dueños antes de privatizarlas. De los ministerios despidieron a más de 30,000 empleados, entre ellos a 11, 000 maestros.
Pero el desempleo más masivo se generó en el seno del campesinado y del artesanado, al cortarles el crédito a los pequeños productores del campo y la ciudad. Recordemos que Nicaragua es un país donde los cuenta-propistas son la mayoría de la población laboral. Más de 500.000 campesinos y artesanos se convirtieron de la noche a la mañana en desempleados, semi-empleados o precaristas. Debido a esta situación, muchos campesinos emigraron a la ciudad, otros tantos emigraron a Costa Rica y Estados Unidos. Se calcula que en estos 17 años, el número de nicaragüenses que migraron al exterior por razones económicas fue mucho mayor que durante la guerra de los años 80.
En síntesis, en estos 17 años, los ingresos del Estado disminuyeron, los gastos del Estado se destinaron a pagar servicios de la deuda interna, lo que disminuyó grandemente el monto de los servicios de educación, salud, electrificación, agua, carreteras y caminos, crédito a los campesinos. El resultado de toda esta situación se refleja en la precipitación abrupta del Índice de Desarrollo Humano de Nicaragua, el que descendió del escalón 60 en que lo dejó el gobierno sandinista (1990), al escalón 112 en que lo dejaron los gobiernos neoliberales (2006).
Antes del mes de abril. Nuestro país era un país sin muertos, sin saqueos, sin destrucción, sin tranques, sin odios, sin delincuencia y sin vandalismo, en sí sin terrorismo. Nuestra Nicaragua que prosperaba día a día, y sus ciudadanos caminaban seguros por las calles, solos o en familia, disfrutando cada espacio creado para su alegría y esparcimiento y hablábamos orgullosos las bondades que el mundo decía de nosotros.
Los once años de avance sostenido que terminaron el INFRUCTUOSO 18 de abril, fueron posibles por una perspectiva de amor, tranquilidad y de paz que hizo de la reconciliación una voluntad política de prosperidad que sumaron y multiplicaron valores dispersos que pusieron en el contexto la necesidad de una estabilidad concertada para atraer capitales, para promover inversiones, crear empleos, luchar contra la pobreza y a partir de ahí crear una economía para ir armando estructuras de desarrollo que habían logrado una expansión de propósitos sociales que crearon hospitales, escuelas, universidades, carreteras, acceso a electrificación, agua, comunicaciones, zonas francas, turismo y otras bondades logradas por la alianza tripartita de trabajadores, empresarios y el gobierno mismo.
Por lo anterior era comprensible determinar por qué las encuestas sostenidamente, fueran nacionales o internacionales, ubicaban al Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional y Sandinista con muy buenas calificaciones, porque además, de lo que domésticamente percibíamos, hacia afuera, el mundo nos miraba con asombro y fiscalización: Con admiración porque por fin los nicaragüenses nos estábamos poniendo de acuerdo dejando a un lado nuestros odios y anteponiendo paz y amor para salir adelante por el bien común, después de solo saber arreglar nuestras diferencias con las armas y ahora, desde una palpable vocación de paz, había colocado al país como la tercera economía sostenible y creciente de Latinoamérica, puesta en alto predominio por las Instituciones Financieras Internacionales y por las Agencias Evaluadoras de Riesgo que estaban por ponernos una calificación tipo “A”, es decir dentro de una calificación envidiable para otros países que sin las contradicciones que nos han caracterizado a nosotros los nicaragüenses y sin las guerras que hemos peleado, están lejos de tener, porque sus políticas económicas no han sido inclusivas como para entender lo que estratégicamente se hizo aquí de reducir las luchas de clases y juntar a los empresarios y a los trabajadores para producir estabilidad desde una visión social.
Los cerebros intelectuales de toda esta desgracia podrán decir misa si quieren, pero ninguno de sus argumentos valdrá para persuadir al sentido común de que valió la pena destruir todo un país solo para satisfacer sus insaciables pretensiones políticas, a propósito de aquellos que desde su alborotados, inflados y enfermizos pensamientos dicen que “NO IMPORTA A CUANTOS MÁS HAYAN QUE LINCHAR O ASESINAR, PERO QUE HAY QUE LLEGAR AL FINAL, DERROCAR AL GOBIERNO SANDINISTA”, y claro son los que no arriesgan a sus hijos porque los tienen estudiando en las mejores universidades del imperio y porque ellos mismos no se van a arriesgar a morir.
Nicaragua que estuvo en el ranking de país más SEGURA de la Región, antes, después del 19 de abril, dejo atrás once años de paz, de amor, de libertades de expresión, para movilizarse, para trabajar, para invertir, para pensar diferente, para organizarse; La Nicaragua después del 19 de abril que nos arrebató la tranquilidad, prosperidad y calma que teníamos para imponernos el miedo, el asesinato y el terror tras la llegada de cada atardecer hasta la consumación de la maligna noche en que aparecen los vándalos, los terroristas. Nicaragua después del 19 de abril está llena de tranques y en cada tranque delincuentes armados y encapuchados que se drogan, que matan, que hieren, que despedazan la dignidad humana cuando te golpean, te ofenden y te lanzan a correr para exhibirte desnudo bajo una letal lluvia de morteros; La Nicaragua después del 19 de abril es sádica y violentamente criminal y quienes así la tienen, los intelectuales de este golpe blando que es un intento pronorteamericano y capitalista, que son los malos hijos que puñalearon el amor, la paz y libertad de nuestro pueblo, juran hasta con los dedos de los pies que luchan por una Nicaragua libre cuando la verdad es la que hemos perdido, la que no tenemos, la que nos hace falta, por la que imploramos a Dios nos sea devuelta.
La única y segura solución de esta situación por la que atraviesa el país a partir del 18 de abril es la vía del diálogo, pero debe ser un diálogo formal, juicioso y que integren ese espacio lo que en realidad puedan responder con responsabilidad por los verdaderos intereses de la nación, para el pueblo, para los pobres de Nicaragua.