La disminución del paro registrado en 5.524 personas durante el mes de octubre representa un pequeño respiro en la complicada situación que actualmente atravesamos. De manera que la cifra oficial de desempleo para el conjunto de los territorios de Hego Euskal Herria se sitúa en 177.379 personas, y el 55,4% son mujeres. Únicamente en Nafarroa ha aumentado el paro, con 763 personas más que el mes anterior.
Para tener una visión más completa debemos añadir que todavía hay 25.955 personas afectadas por expedientes de regulación de empleo.
En principio cabría valorar positivamente la mejoría registrada, si no fuera porque hay sobradas razones para pensar que en realidad estamos ante un simple espejismo.
• En la CAV se ha reducido el paro entre las personas “sin empleo anterior” contabilizando 1.005 menos que en septiembre. Esta evolución se debe a motivos puramente administrativos ya que Lanbide cruza los datos con Educación y aplicando la normativa para medir el paro registrado excluye de la lista a estudiantes que demandan un primer empleo.
• Gran parte del empleo creado en octubre se concentra en el sector de educación, repitiéndose así un año más la costumbre de despedir durante los meses de vacaciones y volver a contratar al inicio del curso. Una práctica tan habitual como fraudulenta.
• Si medimos el devastador efecto de la crisis en términos interanuales comprobamos que el paro ha aumentado en 30.180 personas; un 25,8% más entre los hombres y un 16,5% entre las mujeres.
• La juventud vuelve a ser el colectivo más castigado, por segunda vez en una década. El paro juvenil por debajo de los 25 años de edad se ha disparado un 53,4%.
• A las puertas de un posible nuevo confinamiento cualquier mejoría es frágil y efímera. Todo depende de la virulencia de los rebrotes y de la gestión de los mismos. Y en este aspecto cabe subrayar que nadie puede eludir su parte de responsabilidad, cada cual la que le corresponda.
En las actuales circunstancias a las administraciones públicas les corresponde garantizar la salud, evitar el colapso de la economía y la destrucción de empleo, y paliar las consecuencias económicas y sociales de la crisis.
Por nuestra parte, debemos ejercer de contrapoder, todo el contrapoder posible para evitar el riesgo de una involución social y el aumento de las desigualdades.