Según la Encuesta de Población Activa, la cifra de ocupación de Hego Euskal Herria se situó en 1.212.700 personas en el segundo trimestre, lo que supone un incremento del 2,5% en términos anuales.
La recuperación económica ha favorecido el aumento de puestos de trabajo. No obstante, todavía estamos muy lejos del nivel de empleo alcanzado en la cima del ciclo anterior, justo antes de que explotara la burbuja inmobiliaria y financiera. En concreto, hace exactamente diez años había alrededor de 103.000 puestos de trabajo más que en la actualidad.
Pero después de toda una década perdida, en lo que ha empleo se refiere, sería importante no repetir los mismos errores y el mismo modelo de crecimiento.
Sin embargo, la realidad dista mucho de los buenos deseos. El empleo generado en el último año, según la EPA, se ha concentrado en ocupaciones de escasa cualificación y baja calidad. De hecho, según la clasificación utilizada por el INE, más del 40% de los nuevos puestos de trabajo corresponden a “ocupaciones elementales” y cerca de otro 30% en “servicios personales, de restauración y venta”.
Además, este tipo de empleos van acompañados de salarios de subsistencia, cuando no de miseria.
Otro rasgo a destacar es la precariedad del empleo generado. Dos de cada tres empleos creados el último año son temporales, lo que ha disparado la tasa de temporalidad del 23,7% al 25,3%. En el caso de la mujeres asalariadas la temporalidad se eleva hasta el 27,8%.
Por otro lado, recientemente hemos conocido que cuatro de cada diez contratos laborales revisados por la inspección de trabajo están realizados de forma irregular y fraudulenta.
De modo que los elevados índices de temporalidad, rotación laboral y parcialidad involuntaria se ven agravados por una cultura empresarial instalada en el fraude y la precariedad.