A pesar del anunciado final de la recesión, la destrucción de empleo continúa siendo una sangrante realidad en nuestro país. Según los datos de la Encuesta de Población Activa publicados hoy por el INE, entre julio y septiembre se han destruido alrededor de 16.000 puestos de trabajo netos en el conjunto de los territorios de Hego Euskal Herria.
En todo caso, la marcha del mercado laboral no ha sido homogénea en todos los territorios. De hecho, Bizkaia y Gipuzkoa son los herrialdes que han protagonizado la caída de la ocupación en este tercer trimestre del año, con una reducción del 2,5% en el número de personas ocupadas en tan sólo tres meses. Pero en términos interanuales es Nafarroa donde la destrucción de empleo ha alcanzado un ritmo más severo, con una disminución de la ocupación del 5,3% y un incremento del paro del 20%.
Nafarroa también es el territorio con la tasa de desempleo más elevada, con un 18,2% de la población activa en paro. Le siguen Bizkaia y Araba, con el 17,2% y el 15,8% respectivamente. Mientras que en Gipuzkoa la tasa de paro se sitúa en el 13,6%.
No obstante, existen razones suficientemente preocupantes como para asegurar que en los próximos meses el panorama laboral continuará agravándose. Sin ir más lejos la reciente caída de Fagor Electrodomésticos supone un duro mazazo, y todavía queda por evaluar el efecto arrastre que este hecho pueda ocasionar en otras empresas y sectores de actividad.
En definitiva, comprobamos que la caída de la ocupación ha alcanzado proporciones alarmantes en Euskal Herria, y todavía no ha tocado fondo. Tal es así que desde el comienzo de la crisis se han perdido cerca de 220.000 puestos de trabajo en Hegoalde, lo que supone una reducción del 17% en el nivel de ocupación que existía hace cinco años.
Esto significa que nuestro país encabeza (junto al Estado español, Grecia y Letonia) el ranking de destrucción de empleo en la Unión Europea. Ahora bien, semejante impacto no es imputable únicamente a la intensidad de la crisis o a la estructura productiva.
En nuestra opinión, detrás de esta nefasta evolución se encuentran también las políticas orquestadas por los partidos que se han sucedido en el gobierno desde mediados de 2008, y su firme compromiso para impulsar un nuevo ciclo de crecimiento y acumulación de capital sobre las espaldas de la clase trabajadora y los sectores populares más desfavorecidos.
Entre las decisiones más injustas y antisociales conviene recordar las siguientes: recortes en el ámbito de los servicios públicos esenciales, como educación, sanidad y dependencia; reformas estructurales en el mercado laboral, la negociación colectiva y las pensiones; congelación del SMI, de los salarios públicos y devaluación salarial en general; subidas del IVA; o la reforma energética para blindar los beneficios multimillonarios de las eléctricas.
Son muchas y muy diversas las medidas implementadas, pero todas ellas tienen un resultado común: destrucción masiva de empleo, empobrecimiento generalizado, e incremento de las desigualdades sociales.
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