La brecha salarial es una herramienta del sistema para no valorar nuestros trabajos, apropiarse gratuitamente de ellos, pagarnos menos, imponernos jornadas parciales y contratos temporales y obligarnos a realizar los trabajos de cuidados sin los cuales este sistema capitalista heteropatriarcal no se sostiene ni saca beneficio.
La brecha salarial por cuestión de género no es una cantidad, ni un fallo, desajuste, casualidad, desgracia o efecto colateral del sistema. Es una herramienta del sistema, es el sistema mismo.
Refleja una diferente manera de valorar los trabajos basada en una división sexual del trabajo. Clasificando, a través de una división ficticia, los trabajos como “masculinos” o “femeninos”, como “productivos” o “reproductivos”, dotando de mayor valor social, económico y político a los que realizan los hombres (que definen como "productivos") frente a los que realizamos las mujeres* (que definen como "reproductivos"). Esta clasificación es construida por y para beneficio del sistema capitalista, no tiene nada de natural.
No es casual. Está totalmente relacionada con la organización social del trabajo, del tiempo y del empleo: quién hace qué, cómo, durante cuánto tiempo y a cambio de qué.
Es una forma de garantizar la continuidad del sistema capitalista a través de los trabajos gratuitos o mal pagados de cuidados (realizados mayoritariamente por mujeres*) para hacer posible la vida que el sistema capitalista heteropatriarcal necesita para perpetuarse.
Significa, además, que el sistema hará lo posible para que realicemos de manera gratuita los trabajos de cuidados o los remu- nerará escasamente cuando se mercantilizan.
Lo podemos ver en diferentes ámbitos y de distintas maneras, como por ejemplo:
> A través de la no contratación de mujeres* en la industria, sector ampliamente masculinizado.
> A través de la sobrerepresentación de las mujeres* en los trabajos de cuidados mercantilizados y no mercantilizados.
> En la subcontratación de los trabajo feminizados en el sector público que generan aún más brecha salarial.
> Impidiendo las jornadas completas o favoreciendo e incluso premiando la contratación de mujeres a tiempo parcial y de manera temporal. Obligándonos, de este modo, a responsabilizar- nos de los cuidados que el sistema no está dispuesto a asumir porque no obtendría los mismos beneficios.
> Generando más brechas salariales a través de la división étnica del trabajo (asignando los trabajos más duros, peor remune- rados, menos regulados y en condiciones de mayor explotación a las personas de otros orígenes. Como en el trabajo de hogar, en las limpiezas de pisos, en la ayuda a domicilio…)
Y todo esto en un contexto de precarización generalizada del mercado laboral.
El año pasado, LAB solicitó a las empresas datos sobre la brecha salarial y medidas para acabar con ella. Pocas respondieron. Ninguna puso en marcha medidas. Este año interpelamos directamente a las instituciones: Gobierno Vasco, Gobierno de Nafarroa, Emakunde, Instituto Navarro para la Igualdad, diputaciones, ayuntamientos… porque no han hecho nada al respecto, porque nos intentan engañar con planes institucionales que saben de antemano que no son la solución, porque tienen una responsabilidad directa sobre las condiciones laborales en las que nos encontramos las mujeres, porque no obligan a las empresas a poner medidas reales en marcha, porque permiten que la brecha salarial se mantenga, porque fomentan las subcontra- taciones enriqueciendo a sus empresas y legitimando la brecha salarial, porque sostienen un sistema capitalista que atenta contra nuestras vidas por su irresponsabilidad política.
Por eso, ¡seguimos plantándonos! Porque no creemos en este sistema,
Kapitala hautsi Bizitzari eutsi!
M8an kapitalismo heteropatriarkalari planto!