Sindicatos y trabajadoras y trabajadores de Osakidetza y ciudadanía hemos mostrado nuestra indignación en Gasteiz, Bilbo y Donostia por la grave situación de la sanidad pública. Hemos denunciado que el colapso de la atención primaria y la sobrecarga en los hospitales son consecuencia de un problema estructural previo a la pandemia y hemos exigido soluciones.
Las manifestaciones llevadas a cabo en las capitales de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa han dado continuidad así a la dinámica movilizadora llevada a cabo durante estas semanas para advertir de que la situación es insostenible. Según hemos remarcado los sindicatos, la actual crisis sanitaria ha agravado aún más un problema estructural previo a la pandemia. En 2019, las y los trabajadores de atención primaria secundaron tres jornadas de huelga para denunciar la gravedad de la situación que se vivía entonces. En 2022, la situación ha empeorado.
La pandemia como excusa
La pandemia, además de precarizar aún más las condiciones de trabajo del colectivo y la calidad asistencial que se ofrece a la ciudadanía, se ha convertido también en una excusa para que Osakidetza aplique recortes y dificulte la accesibilidad de los y las pacientes a la sanidad pública. Todo ello, unido a la falta de planificación y falta de refuerzo e inversión, y al aumento exponencial de la carga de trabajo derivada de la gestión de la pandemia, ha colocado a la atención primaria contra las cuerdas. La estrategia programada de desmantelamiento de la primaria sigue su curso mientras Osakidetza continúa utilizando la COVID 19 para tapar un déficit estructural.
Solo así se entiende que, casi dos años después de la primera ola, se haya afrontado la sexta con una flagrante falta de medios, de organización y de planificación; que hace apenas unos meses Osakidetza decidiera prescindir de 4.000 profesionales; que se haya exigido al personal residente trabajar gratis; que la plantilla soporte una tasa de temporalidad que roza el 60%; que se hayan desmantelado los equipos de vacunación y rastreo; que no se sustituyan bajas, vacaciones y otras ausencias; que, cuando los contagios baten récords, se decida restringir los horarios de centros de atención primaria. Y así un largo etcétera.
La atención hospitalaria tampoco se libra de estos problemas estructurales. Las UCIs están muy tensionadas, las cargas de trabajo son extenuantes; igual que lo son la escasez de la plantilla y la alta rotación de trabajadores y trabajadoras. Un buen reflejo de esta situación son los servicios de urgencias, que acusan un aumento importante de la carga de trabajo derivada del colapso de la atención primaria.
Desgraciadamente, y a pesar de lo alarmante de la situación, el Gobierno Vasco no está dando pasos para solucionar los graves problemas señalados.
Es urgente aumentar el presupuesto de Osakidetza hasta llegar a la media de la Unión Europea (7% del PIB), destinando un 25% del mismo a la atención primaria; reforzar de manera inmediata las plantillas y dotarlas de recursos humanos suficientes en todas las categorías con la creación miles de plazas para consolidar a los miles de trabajadores y trabajadoras temporales, terminar con la contratación temporal abusiva y racionalizar las cargas de trabajo; además es de imperiosa necesidad sustituir todas las ausencias desde el primer día; en definitiva, una estrategia encaminada a priorizar y reforzar la sanidad pública y en especial la atención primaria, en contraposición con el desmantelamiento programado al que lleva sometida más de una década.