Hoy, día 20 de febrero, una delegación de LAB ha comparecido en la Comisión de Justicia del Parlamento de Gasteiz para exponer las conclusiones que se derivan del informe elaborado por el sindicato el año pasado sobre la situación de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer.
En el mencionado informe se analizaba, además de la vulneración de los derechos laborales del personal que en ellos trabaja, la vertiente social relacionada con la falta de calidad en la prestación del servicio hacia las personas que acuden a dichos órganos.
Al mismo tiempo, desde nuestro conocimiento y experiencia sobre temas relacionados con los juzgados que atienden la violencia contra las mujeres, proponíamos la puesta en marcha de medidas urgentes con el fin de mejorar tanto las condiciones laborales de las plantillas, como garantizar al público que acude a estos órganos una atención adecuada y digna.
Hace años que se crearon estos juzgados y la realidad es que su funcionamiento se hace insostenible e ineficiente, tanto para el personal que trabaja en los mismos –teniendo que soportar unas jornadas laborales interminables sin retribución alguna-, como para quien tiene que acudir a ellos. En el informe poníamos de manifiesto una serie de insuficiencias y de cuestiones a corregir como son: locales donde coinciden las víctimas y los presuntos agresores; los mismos locales donde las y los menores tienen que escuchar lo inescuchable; donde no hay intimidad y no se respeta la ley de protección de datos; un servicio en el que no hay traducción profesionales y que incluso se permiten no traducir lo que la persona agredida cuenta…
El Gobierno Vasco sabe perfectamente lo que sucede, el Tribunal Superior de Justicia también. Y por mucho que digan que desde 2017 están trabajando en ello, los medios siguen sin ponerse.
La cruda realidad de los Juzgados de Violencia sobre las Mujeres es, si cabe, peor cada día. Pero parece que a nadie le importa. Nos venden las bondades del sistema y los avances en materia de género, aunque todo es mentira; tampoco los medios de comunicación cuentan lo que sucede ni se interesan por esta realidad.