2024-11-06
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Hemos ocupado la sede de Emakunde para denunciar que la brecha salarial es un problema político


“La brecha salarial de género no es una cantidad, es un problema político”. Bajo este lema nos estamos movilizado ante Emakunde, en Gasteiz, donde hemos registrado un escrito para exigir medidas eficaces para hacer frente a esta discriminación. Posteriormente, hemos ocupado la propia sede de Emakunde y hemos realizado en ella una asamblea para denunciar que la brecha salarial es una herramienta del sistema para no valorar nuestros trabajos, apropiarse gratuitamente de ellos, pagarnos menos, imponernos jornadas parciales y contratos temporales y obligarnos a realizar los trabajos de cuidados. También nos hemos movilizado en Iruñea, ante el Parlamento de Nafarroa. En este caso, hemos interpelado al Instituto Navarro por la Igualdad.

Este es el escrito registrado en Emakunde:

La brecha salarial de género no es una cantidad. Es un problema político.


La brecha salarial es una herramienta del sistema para no valorar nuestros trabajos, apropiarse gratuitamente de ellos, pagarnos menos, imponernos jornadas parciales y contratos temporales y obligarnos a realizar los trabajos de cuidados sin los cuales este sistema capitalista heteropatriarcal no se sostiene ni saca beneficio.

El año pasado, LAB solicitó a las empresas datos sobre la brecha salarial y medidas para acabar con ella. Pocas respondieron. Ninguna puso en marcha medidas.
Este año interpelamos directamente a las instituciones: Gobierno Vasco, Gobierno de Nafarroa, Emakunde, Instituto Navarro para la Igualdad, diputaciones, ayuntamientos… porque no han hecho nada al respecto, porque nos intentan engañar con planes institucionales que saben de antemano que no son la solución, porque tienen una responsabilidad directa sobre las condiciones laborales en las que nos encontramos las mujeres, porque no obligan a las empresas a poner medidas reales en marcha, porque permiten que la brecha salarial se mantenga, porque fomentan las subcontrataciones enriqueciendo a sus empresas y legitimando la brecha salarial, porque sostienen un sistema capitalista que atenta contra nuestras vidas por su IRRESPONSABILIDAD política.

De modo muy general podemos ver la brecha salarial en diferentes ámbitos y de distintas maneras, como por ejemplo:

A través de la no contratación de mujeres* en la industria, sector ampliamente masculinizado.

A través de la sobrerepresentación de las mujeres en los trabajos de cuidados mercantilizados y no mercantilizados.

En la subcontratación de los trabajo feminizados en el sector público que generan aún más brecha salarial.

Impidiendo las jornadas completas o favoreciendo e incluso premiando la contratación de mujeres a tiempo parcial y de manera temporal. Obligándonos, de este modo, a responsabilizarnos de los cuidados que el sistema no está dispuesto a asumir porque no obtendría los mismos beneficios.
Generando más brechas salariales a través de la división étnica del trabajo; asignando los trabajos más duros, peor remunerados, menos regulados y en condiciones de mayor explotación a las personas de otros orígenes. Como en el trabajo de hogar, en las limpiezas de pisos, en la ayuda a domicilio…

Para nosotras, la brecha salarial no es una cantidad. No es una cuestión de más o menos euros de diferencia en los sueldos, sino un reflejo claro del sistema en el que vivimos (capitalista) que desvaloriza y desprecia nuestros trabajos para hacerse con los beneficios que de ahí se obtienen, o para no organizarse de tal manera que la vida sea posible sin que sea a nuestra costa. Es una cuestión de voluntad política cambiar la organización social del trabajo porque, quien diga que es posible acabar con la brecha salarial sin tocar ni cuestionar el sistema, este sistema capitalista, miente. Y creerse esa mentira nos lleva a seguir perpetuando el mismo orden, el mismo modelo, el mismo injusto reparto de los cuidados y de los tiempos, el mismo “sálvese quien pueda” para conseguir trabajar, cuidar, conciliar y vivir, sin acabar agotada y sin explotar a nadie. Las instituciones públicas a través de quienes las gobiernan (EAJ-PNV) por ejemplo, tienen una clara responsabilidad al omitir y no desarrollar servicios públicos de cuidados, al privatizarlos o al no hacer nada frente al deterioro de los servicios públicos vinculados al cuidado.

Debemos denunciar la “neutralidad” en las explicaciones sobre la brecha salarial, denunciar la idea de que adoptando algunas medidas se puede acabar con la brecha salarial. La brecha salarial es un problema estructural por lo tanto, no es posible acabar con ella sin cuestionar el sistema que la produce. No es un problema laboral únicamente sino, en el fondo, de organización de la sociedad, es decir, un asunto político. Que cuidar personas, limpiar, educar, realizar tareas que hacen la vida posible… sea menos valorado que producir coches, fabricar tornillos o construir muros nos debería hacer pensar sobre la de sociedad en la que vivimos y los valores que en ella subyacen

Y para finalizar, como hemos denunciado otras veces, la mayor brecha salarial es la que nunca se nombra: la que existe entre los trabajos que se reconocen (y se retribuyen, por tanto) y los que no. Cuando acabemos con esa brecha estaremos más cerca de ese mundo con el que soñamos.

Medidas de transición
• Que se extienda la obligatoriedad de hacer planes de igualdad eficaces a todas las empresas, aunque tengan menos de 250 trabajadores y trabajadoras.
• Que se adopten medidas reales de conciliación y corresponsabilidad*.
• Que la medida que se ha adoptado en la Administración Publica para equiparar el tiempo del permiso de paternidad al de maternidad, se extienda al sector privado y se acuerde su obligatoriedad.
• Que se garantice el desarrollo de los servicios públicos. Que se reviertan todos los recortes y se termine con la subcontratación. Está demostrado que estas medidas tienen afectan directa y negativamente en las mujeres. Todos los trabajos de cuidados que no se cubren desde lo público sigue recayendo sobre nosotras.
• El reconocimiento político, económico y social de los trabajos de cuidados. Que se traduzca dicho reconocimiento en derechos.
• Condiciones laborales dignas para las trabajadoras del hogar y las mismas ayudas para el cuidado.
• Un sistema público de cuidados.
• Que se adopten medidas universales y singulares para garantizar el derecho a cuidar, a ser cuidados y cuidadas y a nos ser cuidadoras.
• Escuelas infantiles gratuitas.
• Garantizar el derecho a la negociación colectiva por que es indispensable para implementar medidas reales en el mercado laboral.
• Medidas reales contra la estatalización.

¿Hacia dónde queremos ir?
• Acabar con la división sexual del trabajo.
• Cuestionarnos la idea de la apuesta por la emancipación a través del empleo.
• No dejar en manos de otras los trabajos de cuidados que no (podemos) hacer, con la excusa de que están bien pagados.
• Desaparición de la figura de la trabajadora interna.
• Profundizar y difundir la idea de la interdependencia, dejando a un lado la ficción de la autonomía de las personas. Del mismo modo, tomar en consideración la dependencia que tenemos con el planeta.
• Reorganización de todos los trabajos socialmente necesarios.
• Tomar los trabajos de cuidados como responsabilidad de todas y no de manena individual.
• Priorizar el derecho a la conciliación pero no únicamente para las muejres y las familias nucleares, sino abriendo caminos para que entren otros modelos de familias.
• Acabar con la falsa dicotomía entre empleo y trabajo.
• Fomentar la corresponsabilidad real.
• Exigencia de unas jornadas laborales compatibles con la vida.
• Reparto justo del trabajo, del empleo y de los tiempos (en el espacio público y en el privado, en los hogares, en las comunidades, en las familias…)
• Repensar los conceptos de corresponsabilidad y conciliación.
• Repensar el modelo de familia y sus funciones; de unidades de consumo a comunidades de cuidados, repensar el propio término de familia.
• Romper la relación entre empleo y derechos.
• Garantizar empleos dignos
• Repensar nuestros modelos de militancia
• Reorganización social de los cuidados. Sacar los trabajos de cuidados de las familias y del espacio privado.
• Reconocimiento de todos los trabajos que hacen la vida posible

¿Qué pedimos a Emakunde?
Pensamos que ya es tiempo de valorar la incidencia real de este organismo en las políticas públicas en materia de igualdad. Que tras treinta años desde su creación su influencia siga siendo mínima y sus funciones de consultoría y asesoramiento, no está ayudando a revertir situaciones de absoluta precariedad vital de miles de mujeres en esta comunidad.

Exigimos que se dé un paso más allá en las políticas de igualdad y se empiecen a diseñar verdaderas políticas feministas. Emakunde, hoy día, no está respondiendo a las demandas de la mayoría de las mujeres en la CAV. Las políticas llevadas a cabo están beneficiando tan sólo a una pequeña parte de las mujeres que aquí vivimos.

El gobierno Vasco no tiene un compromiso real con la “igualdad”. Mantener las funciones de este organismo en la misma situación que hace 30 años es un reflejo de ello.
¡Políticas feministas y para todas las mujeres ya!
Es momento de cambios radicales.

Por eso, ¡seguimos plantándonos!
Porque no creemos en este sistema,

Kapitalismoa hautsi, Bizitzari eutsi

M8an Kapitalismo heteropatriarkalari planto!

 

 

 

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