El 5 de junio se supo que las obras del metro habían provocado un socavón en un edificio del centro de Donostia, afortunadamente, sin causar daños personales. El 25 de septiembre, supimos que la arena y el agua aparecidas en las obras de perforación del túnel producirían un sobrecoste del 70%. En consecuencia, ETS rescindió su contrato con la empresa y despidió a 28 trabajadores. Hechos que causan sorpresa e indignación, y entre todo ello, preguntas que nos resultan incomprensibles: ¿qué ocurrió desde el 23 de junio cuando ETS aprueba la suspensión temporal parcial de las obras, hasta el 25 de septiembre, cuando ETS comunica que estudia la anulación del contrato?
Arantxa Tapia, Eneko Goia y cia. han estado diciendo que las obras se están haciendo íntegramente en mazizo rocoso aunque, tal y como ha ido quedando de manifiesto, no había garantías de que así fuera. ¿Cómo es posible que en los sondeos previos a las obras no se hayan recogido (o se hubieran omitido) testimonios que identifiquen objeción alguna? En la base, seguir adelante con un proyecto público sin un estudio íntegro que al mismo tiempo no prevé que pueda aparecer agua y desestabilizar el arenal, es una gestión absolutamente irresponsable. Anterioromente, ya habíamos denunciado otras muchas irregularidades relacionadas con la obra: la falta de estudios sobre los daños que puede causar en los edificios, la falta de voluntad de reparación de los daños sufridos por los vecinos, salidas de emergencia que no cumplen con la normativa de seguridad y las recomendaciones…
¿Cómo se puede entender que el tramo Miraconcha-Easo se adjudique en 11,3 millones de euros menos de lo previsto en la licitación? Pues, teniendo en cuenta que en las grandes obras públicas suelen ser el pan de cada día las precarias condiciones laborales, infantilizar a la ciudadanía para sacar beneficios privados de los sobrecostes y salir impunes. Apostar por la empresa que más barato oferta y luego ahogarse en sobrecostes insostenibles, sin exigir ningún compromiso a las empresas, posibilitando así los despidos, es una actitud absolutamente inaceptable por parte de las instituciones públicas. Exigimos cortar de raíz la política de poner dinero público en manos privadas sistemáticamente, y recuperar el control público y social de las obras públicas.
Y es que la construcción del metro se acometió cuando más duramente estábamos sufriendo las consecuencias de la crisis, ignorando las necesidades y prioridades de la ciudadanía. Hoy, ante las crisis aceleradas por el covid-19, reivindicamos que urge cambiar el rumbo de las políticas públicas para hacer la transición hacia otro modelo económico y social. Tenemos la urgencia de hacer una transición hacia una Donostia que abandone la megalomanía, que deje de lado los macro-proyectos que provocan la comercialización del centro y la expulsión de las y los vecinos, que cese con las lógicas de privatización y mercantilización y que ponga la vida en el centro, que es lo que necesitamos ahora y siempre las cuidadanas.
En este momento crítico que vivimos y ante estos graves sucesos de las obras del metro, la sociedad ha expresado su indignación y es evidente que los responsables políticos están nerviosos. Las compañeras de LAB nos reafirmamos en lo contrario de un macro-proyecto tan absurdo, y ahora con más determinación, tenemos claro que es el momento de responder. Por lo que, nos sumamos a la convocatoria de manifestación hecha por el movimiento de vecinas Satorralaia para el próximo 14 de noviembre y hacemos llamamiento a los y las trabajadoras a manifestar y organizar el rechazo e indignación en las calles y en los centros de trabajo.