Endika Pérez, secretario de Acción Social de LAB, ha comparecido para analizar la situación social generada por el confinamiento y compartir reflexiones. "El problema no es nuevo, lo que ha cambiado es el contexto. El koronabirus está acelerando la crisis múltiple que existía, pero la emergencia climática, la crisis económica y de cuidados, así como la crisis social, ya la vivimos desde antes", ha remarcado.
COMUNICADO: El modelo de confinamiento impuesto por Madrid y París empeora las condiciones de vida de las clases populares y protege los intereses del capital
Este confinamiento es un encierro a medida del capital. Un encierro que está dejando sin protección a la clase trabajadora y los sectores populares, que lo sufrimos con dureza. Además, las condiciones de confinamiento no son iguales para todas las personas. No todas y todos tenemos aseguradas unas condiciones básicas de vida dignas.
Han construido una falsa dicotomía. El conflicto está entre la salud y la economía de la mayoría social y los beneficios de unos pocos. Estamos viviendo un crudo reflejo del conflicto entre capital y vida.
Como hasta ahora, esta crisis tienerostro de mujer. La mujer se ha visto más afectada por las consecuencias de la crisis sanitaria. El trabajo de cuidados a cargo de las mujeres nos está haciendo en muchos casos insoportables estos tiempos de confinamiento. Además, estamos viendo situaciones verdaderamente denunciables como la de los trabajadores de limpieza, cajeros de supermercados o de las residencias de personas mayores. A todo ello hay que añadir que la violencia machista no ha desaparecido y que en muchos casos ha obligado a mujeres a permanecer 24 horas con sus agresores.
Alternativas hacia una nueva normalidad
Necesitamos una transición ecosocialista. Necesitamos una nueva organización social al servicio de las personas, de la comunidad y del planeta.
Tenemos que extraer lecciones de las crisis anteriores. En este contexto de crisis, las múltiples iniciativas populares surgidas en este contexto de crisis, como las redes de cuidados, al igual que la fuerza generada en la Huelga General de 30 de enero, confirman la voluntad y la fuerza por un cambio social en nuestro territorio. Existe una alternativa para construir una nueva normalidad.
Necesitamos la capacidad de poder gobernarnos para vehiculizar ese cambio social. Necesitamos avanzar en la lucha por una soberanía plena que garantice tener en nuestras manos los instrumentos necesarios para hacer frente a esta crisis.
La única utopía, por tanto, es considerar viable mantener el actual estado de las cosas. Aprovechemos esta situación para dar paso a la transición ecosocialista.