Son los y las trabajadoras precarizadas quienes están sufriendo de forma más virulenta las consecuencias de la crisis sanitaria que estamos viviendo. Muchos de ellos y ellas han perdido el empleo y otras muchas se encuentran en ERTE. Están recibiendo prestaciones de desempleo de miseria, que no garantizan que puedan llevar adelante su vida de una forma digna.
Si esto fuera poco, nuevamente, a los y las trabajadoras más precarizadas, que se encuentran obligadas al pluriempleo por tener jornadas reducidas y que se han visto afectadas por ERTEs, se les han establecido medidas que ahondan en su precarización. El SEPE, en lugar de realizar un cálculo en función de sus ingresos, les realiza un cálculo en función de sus jornadas, pagándoles mucho menos dinero del que les corresponde.
En esta situación se encuentras los y las trabajadoras, de sectores generalmente feminizados, que se encuentran obligadas a trabajar con jornadas reducidas, personal de comedores escolares, limpieza o polideportivos. Estas trabajadoras, además de sufrir la precarización del sistema, tienen que sufrir el castigo de los servicios públicos.