El paro registrado en los servicios públicos de empleo cerró enero con un aumento de 1.813 personas respecto al mes anterior, lo que eleva a 154.329 la cifra de desempleo total en Hego Euskal Herria.
Este nuevo revés tiene su causa más inmediata en el final de la campaña navideña y sus efectos, fundamentalmente, en el comercio y la hostelería. Pero el origen más profundo se encuentra en la escasa calidad de gran parte del empleo creado: empleo de aluvión, ligado a circunstancias coyunturales, precarios, mal pagados e inestables.
De ahí que la evolución del paro en enero haya tenido un reflejo especialmente negativo en el sector servicios y entre las mujeres. De hecho, el mes ha terminado con 2.974 mujeres más desempleadas (+3,5%), mientras que el número de hombres en paro se ha reducido en 1.161 en comparación con el final de diciembre.
Por otro lado, es importante advertir que por cada persona en paro hay otras dos más inscritas como demandantes en los servicios públicos de empleo. Sin duda, la malas condiciones laborales y salariales del empleo existente están detrás del impresionante incremento que ha experimentado el número de personas ocupadas que se inscriben para buscar un empleo mejor.
En lo que respecta a la contratación, nueve de cada diez contratos firmados fueron temporales. Esto explica que la tasa de temporalidad laboral de nuestro país, situada en el 26%, se encuentre a la cabeza de la Unión Europea; y habiendo superado ya a Polonia (23,8%) tan sólo está por debajo del Estado español (26,9%).
En cuanto al sistema de protección por desempleo, debemos denunciar su pobre nivel de cobertura. Actualmente, sólo el 30,8% de las personas consideradas oficialmente en paro cobran algún tipo de prestación por desempleo, lo que supone dejar desatendidas a cerca de 105.500 personas en paro.
Además, el 38% de las personas beneficiarias recibe una prestación de carácter asistencial que de media no alcanza ni los 430 euros mensuales.
Y la cuantía de la prestación contributiva que cobran las mujeres es generalmente inferior a la de los hombres, ya que de media cobran un 15% menos (último dato proporcionado por el SEPE y correspondiente al mes de diciembre de 2018 para el conjunto del Estado).