Según los datos difundidos por el Ministerio de Empleo, en marzo se apuntaron 1.454 personas más en las oficinas que los servicios públicos de empleo tienen repartidas por Hego Euskal Herria, de tal forma que la cifra de paro registrado se eleva a un total de 230.572 personas.
Según los datos difundidos por el Ministerio de Empleo, en marzo se apuntaron 1.454 personas más en las oficinas que los servicios públicos de empleo tienen repartidas por Hego Euskal Herria, de tal forma que la cifra de paro registrado se eleva a un total de 230.572 personas.
Por el contrario, mes a mes desciende el número de personas que recibe algún tipo de prestación por desempleo. En la actualidad sólo el 30% cobra una prestación contributiva por desempleo, y el 20,6% recibe una prestación asistencial; pero prácticamente la mitad no tiene acceso a ninguna prestación o ya la ha agotado.
La mala evolución del paro durante el mes de marzo ha sido especialmente negativa para la juventud, ya que la población menor de 25 años en paro ha aumentado un 3,7% con respecto a febrero, es decir, a razón de 20 jóvenes más al día.
Y por territorios, Araba se lleva la peor parte en términos relativos, con un incremento superior al 2,6% en tan sólo un mes. En el extremo opuesto estaría Nafarroa, donde el paro disminuyó un 1,4% en marzo.
Sin embargo, es importante recordar que la reducción del paro no significa necesariamente que se esté creando empleo; como tampoco deben confundirse variaciones ocasionales con cambios de tendencia.
De hecho, fue en marzo de 2013 cuando alcanzamos la cifra récord de paro registrado en Hego Euskal Herria, con un total de 235.827 personas desempleadas. No obstante, un año después comprobamos que la afiliación a la Seguridad Social ha descendido en 3.221 personas en el tercio vascongado. En el caso de Nafarroa la afiliación ha aumentado un insignificante 0,29% en tasa interanual, y además el 88% de las nuevas afiliaciones corresponden al régimen de autónomos.
En definitiva, la gravedad que presenta el panorama laboral es de tal magnitud que el desánimo se extiende y la gente abandona la búsqueda activa de empleo, al menos a través de los servicios públicos, cuya ineficacia en la intermediación laboral es lamentable a la vista del ridículo porcentaje de colocaciones en las que interviene.