Esta época del año es tradicionalmente propicia para la contratación laboral, que se ve animada por la temporada turística y las rebajas. Sin embargo, gran parte de la contratación ligada a estas fechas es precaria y efímera.
De hecho, el 91,4% de los contratos firmados en lo que va de año han sido temporales, pero en lo que respecta a la contratación realizada en junio el porcentaje de temporalidad asciende al 92,2%.
Además, es importante subrayar que desde el inicio de la reactivación económica la inestabilidad en el empleo no ha dejado de aumentar. La duración media de los contratos firmados en 2018 es de 53 días, mientras que hace diez años era de 81 días.
Por tanto, la recuperación económica y el incremento de los beneficios empresariales han venido acompañados de un empeoramiento de las condiciones de explotación y de vida de la clase trabajadora, que ahora se encuentra sometida a un mayor grado de precariedad y a una persistente devaluación salarial.
Esta ha sido el resultado de la profunda crisis sufrida así como de las reformas del PP, estas últimas orientadas a mejorar las ventajas competitivas de las empresas a costa de agravar las condiciones salariales y laborales.
En este sentido, el gobierno del PSOE debería centrarse, entre otras urgencias, en revertir el proceso de reformas laborales que nos han arrastrado a esta situación.