En este día en el que han hecho publicos los datos del desempleo de diciembre LAB debe denunciar nuevamente el debilitamiento del sistema de protección por desempleo. Es decir, aunque el desempleo haya disminuido son cada vez más las personas que no perciben ninguna prestación por desempleo.
También a lo largo del año, salvo algún altibajo, el desempleo ha descrito una clara tendencia descendente. En tasa interanual la cifra oficial de paro se ha reducido un 9,6% aunque existen importantes diferencias en función del género: el paro ha caído un 12,5% entre los hombres y un 6,7% entre las mujeres.
En todo caso, es obligado advertir que los beneficios de la recuperación económica no se están trasladando al ámbito laboral de manera justa y razonable, porque el empleo que se crea cada vez es más precario y peor pagado. Así se explica que el agujero de la Seguridad Social no deja de crecer, aunque no sólo como consecuencia de la mala calidad del empleo, también por las medidas aprobadas por el gobierno del PP para rebajar las cuotas empresariales.
Volviendo a la contratación, el incremento de la inestabilidad laboral viene marcado por el abuso de la temporalidad: de cada cien contratos firmados en 2015 tan sólo seis fueron indefinidos. Además, prácticamente la mitad de los contratos temporales no superó el mes de duración, lo que pone de manifiesto la volatilidad del empleo creado y un grado de rotación laboral inaceptable.
Por último, debemos recordar el continuo debilitamiento del sistema de protección por desempleo, que cada vez proporciona menor cobertura y prestaciones más reducidas. En concreto, a finales de noviembre (la estadística de prestaciones se publica con un mes de retraso) había 130.372 personas consideradas oficialmente en paro que no recibían prestaciones por desempleo.
Este devastador panorama demuestra la incapacidad de los poderes públicos para dar una respuesta adecuada a la crisis sin caer en la precariedad extrema; o lo que sería todavía peor: su indiferencia ante las dificultades que golpean a miles de familias.
Por esta razón, consideramos que no son únicamente los modelos de gestión empresarial y de relaciones laborales los que deben ponerse en cuestión, también el propio sistema económico y social se enfrenta a una grave crisis de legitimidad.