El capitalismo heteropatriarcal ataca nuestras vidas, asesina nuestros sueños, nos roba la energía e ilusión, mata nuestras alegrías y nos condena a la miseria y precariedad vital. Hoy, en Euskal Herria, las políticas neoliberales que llevan a cabo los gobiernos de derechas que deciden sobre nuestras vidas no sólo no procuran el bienestar de las personas, sino que de nuestro malestar y de nuestras necesidades hacen negocio. Los cuidados son un claro ejemplo de ello.
Si tras años de reivindicaciones feministas en las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades, si tras dos multitudinarias huelgas feministas los dos últimos ochos de marzo -reivindicando la importancia de situar las vidas en el centro- el Gobierno Vasco y Navarro deciden seguir haciendo de los cuidados un negocio, ya nos han respondido. Se han alineado con el capital dejándonos claro que el interés que despiertan nuestras reivindicaciones es nulo. Privatizar, precarizar e invisibilizar los cuidados es su objetivo, bien cumplido además. Los ejemplos saltan cada día a la vista: trabajadoras de residencias, trabajadoras de hogar, trabajadoras de limpieza, trabajadoras de comedores… ¡Los cuidados no pueden ser un negocio!
Sus políticas de igualdad cosmética son otro ejemplo de ello: hacer que se hace para buscar resultados mediáticos, en vez de reales. Anunciar grandes planes de igualdad pero que no se cumplen, ni en las empresas, ni en los ayuntamientos, ni en las diputaciones, ni en el gobierno, es decir, ni en los ámbitos en los que gobiernan y tienen responsabilidad directa. Las políticas de igualdad han tocado fondo. Nosotras exigimos políticas feministas. ¡La igualdad ha devenido un fraude!
La supuesta lucha contra la brecha salarial no está llegando a revertir ninguna situación porque, claro, no podemos enfadar a nuestros amigos empresarios que son quienes nos mantienen en el poder enriqueciéndonos a costa de la clase trabajadora. Es más fácil esconderse tras campañas que no obligan a nada y tras discursos que nos responsabilizan a nosotras mismas de la brecha salarial por no saber elegir nuestros estudios. ¡Existe una deuda patriarcal con nosotras, las mujeres!
La precarización de nuestras vidas es una constante diaria; pobreza energética, violencia machista, explotación laboral, privatización de servicios públicos, primar el negocio sobre la salud de la población y sobre las vidas de clase trabajadora.
Pero nosotras, ante esto, tenemos claro qué hacer: organización, autodefensa feminista y alianzas entre diversas. Ante la privatización de servicios públicos y de cuidados exigimos su publificación. No vamos a permitir que se siga haciendo negocio con los cuidados, mientras se lucran unas pocas empresas amigas de nuestros gobernantes a costa del trabajo y la explotación de miles de mujeres en este país, obligadas a cuidar en condiciones pésimas.
El feminismo nos ha enseñado a resistir, confrontar y construir entre todas. La vida en el centro como consigna nos ha llevado a todas a otro escenario, al de situar a las personas y sus necesidades en el centro, desplazando el mercado y la producción a los márgenes.
La lucha sindical es hoy más importante que nunca. Y el sindicalismo feminista es imprescindible para, entre todas, darle la vuelta a la situación. Reorganización de los trabajos de cuidados y su justo reparto. Sistema público vasco de cuidados. Vidas libres de violencias: en las casas, en las calles en los curros y en las camas. Romper con la división sexual del trabajo y valorar estos desde la repercusión que tienen en la sostenibilidad de la vida, en vez de la importancia que tienen para el capitalismo. Ni una mujer explotada, ni una persona en situación irregular. Papeles para todas y derechos para todas. Repensar y cuestionar las jornadas, los sueldos, el valor social y económico que se otorga a los trabajos y empleos. Romper con las dicotomías público/privado, productivo/reproductivo y ante la contradicción capital-vida, apostar siempre por la vida.
Nos reafirmamos en el compromiso de llevar la lucha feminista hasta el último rincón de cada centro de trabajo, luchando por la unión de todas las mujeres trabajadoras. No queremos políticas que nos lleven al sálvese quien pueda. Queremos salvarnos todas juntas y de la mano, para ello hay que acabar con el sistema capitalista heteropatriarcal, racista y colonialista.
Juntas, enredadas, aliadas y cómplices somos imparables.