Los contratos de “acumulación de tares” tienen por finalidad reforzar tareas puntuales durante un periodo de tiempo corto. Pero en Osakidetza se utilizan de forma masiva e indiscriminada, ya que permite a las direcciones utilizar a la trabajadora o trabajador a su antojo: el contrato se puede acabar cuando las direcciones quieran, y la persona puede ser movida de una unidad a otra, de un horario a otro, muchas veces sin cartelera, sin los descansos necesarios y con una falta total de derechos.
Por otra parte, se obliga a las personas a vivir esclavas del teléfono y a tener que aceptar contratos en condiciones inaceptables bajo pena de penalizaciones y exclusión de la bolsa de trabajo. Es frecuente que te llamen un lunes a las 8.30 de la mañana para que esa misma mañana vayas a realizar un contrato de un día (o incluso horas) a un ambulatorio a cierta distancia de tu localidad. Y al día siguiente, de nuevo a la espera de la llamada. Eso si hay suerte, no te olvidas el móvil en casa o estás sin cobertura, ya que si es así, ese contrato será ofrecido a la siguiente persona de la lista.
Esta es la precariedad que masivamente impone Osakidetza con su utilización fraudulenta de las modalidades de contratación. De hecho, las recientes Sentencias europeas han dejado bien claro que este tipo de contratos sólo deben utilizarse en circunstancias muy concretas y deben especificar para qué tareas, dónde y cuándo.
Ahora le toca al PNV decidir si cumple la legalidad (como argumentó a la hora de aplicar los recortes) o sigue vulnerándola con una utilización fraudulenta de la contratación.