“Entendemos la escuela como un lugar de vidas y relaciones compartidas entre numerosas personas adultas y un número aún mayor de niños y niñas, que puede ayudar a contrarrestar la soledad, la indiferencia y la violencia por las que se caracteriza cada vez más la vida moderna y proporcionar fuentes de apoyo social, mediante el fomento de la reciprocidad, la confianza la cooperación y la solidaridad” Loris Malaguzzi.
Personas que profesionalmente prestamos nuestros servicios en el campo de la Educación Infantil, en su primer ciclo, en la Comunidad Autónoma de Navarra, queremos hacer la siguiente declaración:
Consideramos que somos un colectivo privilegiado, en el sentido de que todos y cada uno de los días que acudimos a nuestro puesto de trabajo, somos testigos de la gran riqueza que los y las niñas de edades comprendidas entre los 0 y los 3 años poseen; somos personas privilegiadas porque podemos acompañar a estas criaturas en su crecimiento, tanto a nivel físico-madurativo como emocional. Somos personas privilegiadas porque dejándonos llevar por nuestra vocación hemos crecido y seguimos creciendo a nivel profesional y personal. Somos personas privilegiadas porque en nuestro afán por ofrecer espacios educativo-emocionales óptimos a los y las niñas, vamos investigando y descubriendo modos de hacer que permiten que las personas que conformamos la comunidad educativa (familias, niños/as y trabajadores/as) podamos desplegar todas nuestras potencialidades y ofrecer así la mejor versión de nosotras mismas.
Como colectivo, en general, hemos demostrado en muchas ocasiones nuestra ilusión y nuestra auténtica pasión por el trabajo que realizamos; respondemos con alegría a las ofertas de cursos para seguir formándonos, investigando, compartiendo experiencias, tratando de innovar buscando nuevas herramientas para mejorar nuestra labor de acompañamiento en los procesos infantiles.
Gracias a esta actitud responsable y comprometida, hemos ido conociendo diversas experiencias y teorías que nos han emocionado. Hoy, sabemos de la importancia que tienen los cuidados que con respeto proporcionamos a los bebés. Conocemos los procesos cognitivos que se dan en estas edades, en estos momentos en los que el cerebro humano está preparado para adquirir ciertos conocimientos. Pero sobre todo, sabemos que la base que sustenta todo esto, es un vínculo emocional consistente que proporcione seguridad y confianza.
Otro de los grandes temas que hemos analizado a fondo y sobre el que hemos reflexionado e incorporado infinidad de cambios a lo largo de los años, ha sido el de los ambientes y materiales; nos hemos convertido en verdaderas expertas sobre cuáles han de ser los espacios y los materiales óptimos para cada momento evolutivo de cada niño/a.
Hoy, gracias a los avances de la Neuro-ciencia, sabemos que el entusiasmo es un motor para que se den conexiones neuronales que a la larga sirven de base para el desarrollo del cerebro humano, y por tanto para el aprendizaje; es este entusiasmo, esta ilusión, la que nos ha llevado a seguir trabajando durante años y nos ha permitido crecer personal y profesionalmente.
Sin embargo, la Neuro–ciencia, también nos alerta de que las situaciones de estrés bloquean capacidad humana para realizar conexiones neuronales. Está comprobado, que individuos que han sido sometidos durante períodos de tiempo más o menos largos a situaciones de estrés permanente, no crean las conexiones neuronales necesarias para convertirse en personas emocionalmente equilibradas.
Cuando por circunstancias puntuales (menor matriculación de niño/as, presencia de módulos de inclusión con aumento de personal, etc.) se ha visto reducido el número de niño/as a atender por parte de cada una de las educadoras, hemos podido comprobar que es cierto, que eso que hemos visto una y otra vez en otras experiencias, que esos cambios en nuestra actitud, en nuestra forma de mirar a los/as niños/as, en nuestra forma de acompañar acompasando nuestro ritmo con el de los y las niñas, da sus frutos. Hemos comprobado que si podemos atender a cada niña/o ofreciéndole el tiempo al que tiene derecho, se reduce el nivel de “comportamientos no deseados”, la agresividad, las relaciones altamente dependientes, los/as niño/as que pasan desapercibidos/as… Cuando podemos llegar a cubrir con tranquilidad y con amor las necesidades de las/os niños/as, los ambientes cambian radicalmente, y como por arte de magia, florecen todas aquellas capacidades y lenguajes que los/as niños/as poseen en su interior.
Conclusión:
A la luz de todo lo expuesto anteriormente, no nos queda otra alternativa que la de ser honestas con nosotras mismas, y gritar a los cuatro vientos que SOLO CON ILUSIÓN Y ENTUSIASMO esto no funciona… Ilusión y entusiasmo no nos faltan, pero con las ratios vergonzosas que nos impone el Gobierno de Navarra, es imposible llevar a cabo nuestro trabajo con la calidad que creemos que debemos hacerlo, por respeto a los y las niñas, a la infancia y a nuestra propia labor profesional. En estas circunstancias NO ES POSIBLE seguir ejerciendo nuestro trabajo de la manera que creemos que debemos hacerlo.
No podemos ni queremos seguir siendo cómplices de la situación que se da en nuestras Escuelas.
Conocemos cuál es la forma: trabajar con pequeños grupos, construir escuelas amables para niños/as y personas adultas, establecer relaciones estrechas y diarias con las familias, permitir tiempos para la escucha y la atención, etc.
Nos emociona nuestro trabajo…. La incoherencia está en cómo las circunstancias nos obligan a hacerlo: apresurando tiempos, no respetando los ritmos individuales, no dedicando el tiempo necesario a la escucha de los 100 lenguajes de los/as niños/as…
Empujemos juntas para cambiar estas circunstancias. Busquemos la coherencia entre el pensar, el sentir y el hacer.