El pasado 15 de febrero, miles de empleadas y empleados de la plantilla de Osasunbidea y del resto de la Administración Foral, así como un importante número de ciudadanas y ciudadanos comprometidos con la defensa de los Servicios Públicos, llenaron las calles de Pamplona reivindicando unas condiciones laborales dignas para el personal que presta estos Servicios. Tanto la concentración de la mañana junto al Palacio de Nafarroa, como la manifestación de la tarde, contaron con una masiva participación y fueron el verdadero indicador del éxito de una jornada de huelga, que por otro lado no puede medirse en parámetros convencionales desde el momento que en la Administración no se paraliza ninguna actividad productiva que dañe a la empresa, además de unos servicios mínimos impuestos que siempre son abusivos.
Sin embargo y a pesar de este clamor, el gobierno de Navarra sigue cerrándose a negociar de verdad las demandas sindicales. La única reunión mantenida entre el Departamento de Salud y el Comité de huelga con anterioridad al día 15 no pudo resultar más frustrante, rechazando la Administración una tras otra todas las reivindicaciones que se ponían encima de la mesa y sin aceptar ninguna de las alegaciones que la parte sindical hacía a sus planteamientos.
Tampoco la reunión de la Mesa General del día 17 fue distinta y el Departamento de Salud persistió en su imposición del acuerdo alcanzado con el Sindicato Médico y sin querer hablar de otras propuestas sindicales.
El Gobierno de Nafarroa, que ha venido engañándonos durante toda la legislatura aludiendo a imposibilidades legales para cualquier incremento retributivo que se han demostrado falsas desde el momento que va a incrementar el salario del personal facultativo con un coste de trece millones de euros, se niega a extender cualquier mejora salarial a la plantilla en un contexto de crisis económica en el que las y los trabajadores públicos deben hacer frente a la fuerte subida del gas, de la cesta de la compra, de la gasolina y de la hipoteca, de igual manera que le ocurre al resto de la ciudadanía.
La Administración se niega a corregir las numerosas desigualdades, a compensar a una parte de la plantilla las horas de su propio tiempo dedicadas a formación para poder ofrecer un mejor servicio público, que en cambio sí compensa a otros colectivos mediante la carrera profesional. Y tampoco quiere hacer partícipes a las organizaciones sindicales en la transformación de un modelo organizativo que estructure y dimensione adecuadamente las plantillas.
La Administración solo negocia con el Sindicato Médico y lo hace, según el propio Director General de Salud, antes incluso de que se hubiera convocado la huelga, es decir, fuera de cualquier ámbito legítimo de negociación. Al resto solo nos ofrece formar parte de su teatro como simples figurantes.
Por ello, las organizaciones sindicales LAB, SAE, UGT, ELA y CCOO, convocantes de la huelga del 15 de febrero en el Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea, ante la cerrazón del gobierno y su nula voluntad negociadora, pero con la legitimación que les otorga el incontestable apoyo de la plantilla a las movilizaciones del pasado día 15, nos vemos en el deber de convocar una nueva jornada de huelga el día 23 de marzo, que vendrá precedida de asambleas en los centros de trabajo y de otros actos de protesta.
Asimismo, comunican su absoluta pérdida de confianza como interlocutor del actual Director General de Salud por su nula receptividad a cualquier demanda que no tenga que ver con el colectivo médico, el evidente clasismo de sus propuestas y su trato desigual respecto a las organizaciones sindicales, por lo que piden que no ostente la interlocución con este Comité de huelga, cuando esta se produzca. Ya es hora de que función pública a y los grupos políticos nos expliquen, y no el Sr Artundo, porqué en Osasunbidea no se pueden establecer mejoras laborales para toda la plantilla. Por qué, si existe presupuesto para unos colectivos y no para otros. Por qué, no tiene ni ha tenido prioridad para ellos la plantilla de Osasunbidea y por qué , siguen manteniendo y dando crédito este director general de salud que ha demostrado
con creces, la falta de herramientas negociadoras e interés para “poner en valor” y desarrollar un sistema público de salud de calidad más allá del reparto interesado, elitista e ineficiente de supuestas “mejoras”.