Nos queremos solidarizar con los y las trabajadoras que se están jugando su futuro en La Naval, especialmente a quienes se han quedado fuera de la empresa y los y las animamos a pelear por su futuro. La situación de La Naval viene de atrás, el proceso de privatización puso las bases de lo que vendría luego. Un sector estratégico con mercado y tecnología puede ir a la quiebra por una gestión en manos privadas que prioriza intereses particulares, diferentes a los propios del astillero.
El modelo elegido ha sido la apuesta por su precarización y la división mediante la subcontratación. Rechazamos este modelo de empresa basado en la precariedad y la subcontratación y no en el valor añadido. La Naval da empleo a 2.000 trabajadores y trabajadoras de manear directa, mediante subcontratación y contratas. Aquellos que han estado meses sin cobrar, trabajadores y trabajadoras que ya están fuera del astillero tienen que ser parte de la solución.
No sabemos si el sector naval es estratégico para el Gobierno Vasco, y esta falta de política industrial es dramática para el país. Su política industrial de dejar hacer a las grandes empresas, supone renunciar a velar por el interés social que corresponde a las instituciones. Creemos que se pueden hacer las cosas de otra manera, tal como mostrábamos en el decálogo presentado por LAB.
Nosotras y nosotros lo tenemos claro. El sector naval es estratégico para Euskal Herria. Por el empleo que genera para la comarca de Ezkerraldea y por las sinergias que crea con otras empresas industriales. Pero para que pueda tener futuro se debería dirigir al mercado de los grandes barcos mediante una eficiente gestión. La Naval es puntera en la construcción de éstos, y la gestión de estos años (con accionistas con intereses diferentes a los de La Naval) ha hecho que se haya renunciado a esa apuesta.
Económicamente, el gasto financiero ha sigo lo que ahogado a La Naval, y por ello nos reafirmamos en que la renuncia a una banca pública supone renunciar a una herramienta indispensable. Esto es especialmente grave teniendo en cuenta que además, Kutxabank es accionista de La Naval de manera indirecta. Las herramientas de financiación pública, la banca pública, son necesarias.
En este momento, el detonante ha sido la desaparición de Del Dago. Ahora parece que el Gobierno Vasco se desentiende, pero su apuesta por Del Dago fue clara, impulsando una vez más el control de empresas estratégicas por parte del capital de fuera.
Por ello, independientemente de la presentación o no del concurso de acreedores, se deberían tomar las siguientes medidas:
1.- Reconocimiento de los y las trabajadoras subcontratados por parte de instituciones y agentes implicados.
2.- Apuesta por el sector naval por parte del Gobierno Vasco dentro de un Plan Industrial. 3.- Control local y público, mediante una Sociedad de Capital Riesgo del Gobierno Vasco).
4.- La elaboración de un Plan de Viabilidad basado en la construcción de grandes barcos, el empleo de calidad y un plan financiero.