Hoy se ha vuelto a perder una oportunidad. En el Pleno de Política General que da inicio al curso, no se han podido escuchar en boca del lehendakari las palabras “decidir” ni “derecho”. Hoy por hoy, cuando el Parlamento viene de acordar las bases y los principios para un nuevo estatus político, nos parece fuera de lugar, totalmente anacrónico, que el lehendakari se limite a defender el Estatuto de Autonomía. El Estatuto de Autonomía de la CAV tiene desde su origen un vacío estructural importante, nació cojo. No reconoce el derecho a decidir y no garantiza plena capacidad legislativa en materia de empleo y protección social. En consecuencia, en las últimas décadas nos han impuesto todas las reformas y recortes decididos en el Estado español. Es así como se ha establecido el proceso de precarización proveniente del Estado. Y, aún así, el lehendakari continúa defendiendo el Estatuto de Autonomía.
Las políticas de dependencia nos empobrecen y la falta de soberanía nos debilita. No se trata de actualizar el Estatuto de Autonomía, sino de superarlo. Necesitamos y queremos un nuevo estatus que garantice plena capacidad legislativa en el ámbito sociolaboral y socioeconómico. Un nuevo estatus para construir el Marco Vasco de Relaciones Laborales y Protección Social y un marco socioeconómico propio, en aras del cambio social, con objeto de que las y los trabajadores vascos decidan sobre los asuntos que les atañe.
Tampoco hemos escuchado al lehendakari defender las reivindicaciones de la mayoría social, como tampoco le hemos escuchado hablar sobre el derecho a decidir, salvo cuando, de forma residual, se ha referido a Catalunya. No se puede pedir la libertad de las y los presos con la boca pequeña. La barbaridad jurídica y política que se está produciendo en Catalunya requiere respuestas contundentes. El pueblo catalán se pronunció hace un año y el Estado respondió con represión. También ahí la clave reside en la negación del derecho a decidir, por lo que se debe denunciar en voz alta lo que está ocurriendo, no de pasada, mediante un discurso fugaz.
Urkullu se encuentra cómodo en el marco estatal, del mismo modo que la patronal. De hecho, el discurso de hoy era un traje a medida para los neoliberales vascos. Ha sido un discurso para anunciar el seguidismo a sus políticas económicas y sociales y ha quedado de manifiesto con quién está el ejecutivo de Urkullu, con la patronal y la élite económica y no con las y los trabajadores vascos.
Lejos de terminar con las reformas y recortes que nos impusieron utilizando la época de crisis, Urkullu sigue defendiendo las medidas de austeridad incluso en época de creciemiento. No se puede defender la austeridad y al mismo tiempo, hablar de desarrollo y cohesión social. De hecho, son las medidas de austeridad, los recortes y las distintas reformas las que están condicionando la sociedad actual y las generaciones futuras, eternizando la era de la precariedad. En el conflicto entre capital y vida, el Lehendakari ha vuelto a situarse del lado del capital.
El día de hoy, también ha perdido la oportunidad de anunciar medidas para repartir la riqueza que se crea. El lehendakari tampoco ha guardado espacio a la lucha contra la precariedad en la agenda del nuevo curso político. Se ha limitado a hablar del recorte del paro, sin afrontar el verdadero debate, que es el relativo a la calidad del empleo. La precariedad ha llegado para quedarse, pero no hay medidas reales para acabar con ella.
En lo que respecta al futuro de la sociedad vasca, la alternativa para hacer frente a la vida precaria es tener capacidad legislativa plena en materia de empleo y un sistema propio de seguridad social y protección social, llevando ca cabo políticas reales y eficaces para garantizar empleo de calidad y pensiones dingas, aplicando verdaderas políticas para la reducción del tiempo de trabajo y repartir éste, y desarrollando servicios sociales públicos, para mejorar las condiciones de trabajo de vida de las peraonas. Si no se consigue esto, se seguirán vulnerando derechos sociales constantemente en Euskal Herrian.
Hablamos de políticas reales y eficaces, entre otras, un sueldo mínimo de 1.200 euros, pensiones de 1.080 euros, medidas de verdad para acabar con la breca salarial, tener en cuenta la Iniciativa Legislativa Popular por un sistema público y propio de la Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria o abrir la puerta a unos presupuestos sociales, participativos y soberanos, entre otros.
Y por lo tanto, llegadas hasta aquí, volvemos al inicio. ¿Cómo hacer para conseguir todo eso? Por el camino del derecho a decidir. LAB sitúa aquí unos de los principales problemas a resolver en el actual curso político.