Cada 11 de septiembre, el corazón nos da un vuelco cuando pensamos en Chile y recordamos el golpe de estado de Augusto Pinochet en 1973. En seguida nos vienen a la cabeza las imágenes de las bombas cayendo sobre el palacio de la Moneda, donde el presidente Salvador Allende resistía como podía el golpe de estado fascista mientras anunciaba al pueblo que “estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.
El golpe de estado, urdido en los oscuros pasillos de Washington dentro de la siniestra Operación Condor que inundó de sangre América Latina, triunfo a base de una violencia y represión que acabó con los sueños que el pueblo chileno tuvo aquel 4 de septiembre de 1970, hace exactamente 50 años, cuando la Unidad Popular liderado por Salvador Allende y su propuesta hacia el socialismo triunfaron electoralmente. Las más de 3.000 personas asesinadas y desaparecidas y las más de 40.000 víctimas de la dictadura, nos muestran muy a las claras la dimensión del terror desatado en Chile durante la dictadura.
Hasta hace no demasiado, el gobierno del derechista Sebastián Piñera vendía la imagen de que Chile era el país más desarrollado de América Latina, el “oasis de libertad y progreso” en el continente americano. Nada más lejos de la realidad. El hartazgo del pueblo chileno estalló en octubre del 2019, que provocó que el pueblo chileno saliera masivamente a la calle para gritar alto y claro su hartazgo por la situación y para enseñar al mundo que Chile necesitaba un radical cambio político y social.
La violencia y represión del gobierno de Piñera fue de tal magnitud que hizo que el mundo pusiese sus ojos sobre Chile. Mas de 3.700 personas heridas por la policía, 445 personas que han sufrido heridas en sus ojos, 122 casos de heridos por disparos de balas, perdigones o balines, y 271 por armas lacrimógenas y 1.312 acciones judiciales contra los Carabineros, de las cuales 195 casos son por querellas sexuales y 925 por torturas y maltratos.
Desde octubre del 2019, nada es igual en Chile, y por mucho que le duela a la derecha neo-liberal que gobierna el país, nada ya será igual; el pueblo chileno en pie alrededor de la plaza de la dignidad no permitirá una vuelta al pasado. Por mucho que el gobierno continúe reprimiendo al pueblo en la calle, aunque la clase empresarial intente aprovechar la pandemia para recortar derechos laborales, y aunque Piñera siga reprimiendo al pueblo mapuche intentando imponer una idea de país elitista, rica y de piel blanca, el pueblo de Chile ya ha puesto los cimientos de un nuevo país plurinacional y al servicio de los pueblos y las clases populares.
50 años después del nacimiento de la Unidad Popular los sueños de Salvador Allende siguen estando presentes en el imaginario colectivo del pueblo de Chile, un pueblo que tiene muy presente “que la historia es nuestra y la hacen los pueblos”.