La Coordinadora de los Pueblos de la Federación Sindical Mundial, de la que LAB forma parte, ha publicado un manifiesto en el contexto del 25 de noviembre. Lo podéis leer a continuación:
Desde la Coordinadora de los Pueblos de la Federación Sindical Mundial expresamos que la construcción de un mundo justo y en el que todas y todos seamos libres exige que los lugares de trabajo sean espacios seguros y cómodos para las mujeres*. Mientras siga habiendo acoso, persecución, triples jornadas y brecha de género, el sindicalismo soberanista y de clase tiene una deuda con las mujeres* trabajadoras que es necesario pagar.
La violencia machista es una realidad que aún se oculta en los lugares de trabajo. Las amenazas y sanciones que conlleva su denuncia impiden que salgan a la luz: despidos, cambios de horario, denegar medidas de conciliación, imposibilitar el cambio de puesto de trabajo, traslados, vaciar de contenido el trabajo, desvalorizar nuestro trabajo… La violencia machista es todo un sistema de castigo y sanción con diferentes dimensiones. Es estructural y es la herramienta del sistema heteropatriarcal capitalista y racista para mantener a las mujeres* en situación de opresión.
En el mundo laboral, esta violencia se basa en el acoso sexual, acoso por razón de sexo, acoso por razón de orientación sexual o por identidad o expresión de género. Es decir, en todas las diferentes formas que adoptan los mecanismos para perpetuar la cultura patriarcal.
¿Y dónde están las instituciones ante estas situaciones? Afirmamos que no visibilizar la violencia machista, y no poner herramientas eficaces para enfrentarla, supone ocultar esta violencia. De hecho, no hay registros sobre estos datos, no se hace un seguimiento, no aparecen en las encuestas generales sobre violencia machista…
Ni las empresas, ni la administración, ni la inspección de trabajo tienen voluntad e intención de abordar esta realidad. Los datos son claros: no hay mecanismos ni herramientas eficaces para denunciar estas situaciones. Demandamos a las instituciones locales, estatales y europeas que desarrollen inmediatamente políticas eficaces para combatir la violencia machista en el entorno laboral.
Entendemos que para hacer frente al silencio cómplice de la patronal y de los poderes públicos es imprescindible garantizar la participación activa de las mujeres* en el sindicalismo de contra-poder que construimos diariamente. La falta de paridad en los espacios de representación y dirección, recursos escasos para hacer frente a las violencias machistas y resistencias a que el feminismo sea realmente una práctica-política trasversal e interseccional son algunas de las problemáticas que ya no pueden seguir reproduciéndose ni en nuestros sindicatos, ni en los espacios sindicales internacionales en los que participamos.
Siendo la violencia contra las mujeres* algo que nos afecta a todas, desde la Coordinadora de los Pueblos de la FSM no podemos ni queremos dibujar estrategias individuales o aisladas. Estamos aunando fuerzas y sumando estrategias entre nosotras, reiterando la centralidad del internacionalismo sindical para crear puentes feministas entre los pueblos que se oponen a un modelo injusto, violento y desigual.
¡Sindicalismo feminista internacionalista para ser libres!