Las políticas de reparto de la riqueza, tanto por la vía de la dignificación salarial como de la política presupuestaria y fiscal, son necesarias para hacer frente a la precarización y empobrecimiento de las condiciones de vida de los trabajadores y las trabajadoras.
Ayer se alcanzó un acuerdo entre el Gobierno central y CCOO y UGT para actualizar el salario mínimo. Aunque el incremento del salario mínimo suponga una buena medida para combatir el empobrecimiento, la que ayer se acordó es una subida que se queda corta para responder a la realidad de Euskal Herria.
Tal y como establece la Carta Social Europea, LAB defiende que el salario mínimo debe fijarse en el 60% del salario medio, cifra que en Hego Euskal Herria es de 1.400 euros. Para llegar a esa cantidad no hace falta más que voluntad; la falta de competencias es una mera excusa. LAB ha hecho un llamamiento a la patronal para que apueste por un Acuerdo Intersectorial y ha pedido al Gobierno que interpele a los empresarios en este sentido. Asimismo, el sindicato considera imprescindible mantener el poder adquisitivo de los salarios. Junto con ello, hay que apostar por políticas públicas redistributivas, y para eso necesitamos una nueva política fiscal. Ayer supimos que PNV y PSE habían manifestado su intención de abrir este debate. Hacen falta cambios profundos, no es momento para el lavado de caras. Reivindicamos la necesidad de que la nueva política fiscal garantice la participación social en este debate para dar respuesta a las necesidades de las y los trabajadores.
LAB lleva tiempo reivindicando una nueva política fiscal que recaude más y sea progresiva. Que grave más las rentas de capital y las ganancias empresariales. Hay margen para ello, ya que debemos recordar que en la actualidad el sistema tributario no es nada progresivo; más del 80% de la recaudación total proviene de las rentas de trabajo. En cambio, el peso del impuesto de sociedades, es decir, del que pagan las empresas por sus beneficios, es solo del 7%. Mientras los trabajadores y las trabajadoras nos empobrecemos, los empresarios se enriquecen; son muchas las empresas con grandes beneficios que hacen repartos de dividendos ofensivos.