En los últimos tres días una delegación de LAB, compuesta por la secretaria general, Garbiñe Aranburu, y el secretario de Relaciones Internacionales, Koldo Sáenz, ha estado en Catalunya. Hemos llevado a cabo una ronda de contactos con varios agentes sociales y sindicales catalanes, como Òmnium, ANC, Intersindical, IAC, COS y sindicalistas soberanistas. En este viaje, hemos tenido la oportunidad de conocer de primera mano la realidad de Catalunya y dar a conocer la situación y los retos políticos, económicos y sociales de Euskal Herria.
Estamos luchando por una transición ecosocialista y feminista hacia un modelo económico y social que deje atrás el sistema capitalista que hace imposible las condiciones de trabajo y de vida dignas de las y los trabajadores y ponga la vida en el centro. Más allá de ser un reto que tenemos la clase trabajadora a nivel mundial, para construir esa alternativa, en nuestro país, debemos promover un proceso soberanista para lograr la transformación social. En este sentido, teniendo en cuenta los retos que tenemos tanto en Euskal Herria como en Catalunya, el objetivo principal del viaje ha sido estrechar lazos con el ámbito sindical y social soberanista de Catalunya. Así las cosas, podemos afirmar que tenemos un alto grado de consenso con los agentes con los que nos hemos reunido sobre la aportación que debemos hacer al proceso soberanista desde nuestro ámbito, el impulso que debemos dar y la generación de nuevas sinergias.
Tanto en Euskal Herria como en Catalunya, el Estado español sigue sin reconocer y ejercer nuestro derecho a decidir nuestro propio futuro. Y no solo eso; a represión no cesa. Esta semana hemos tenido los dos últimos ejemplos: la fianza impuesta por el Tribunal de Cuentas a varios cargos del Govern o las dos detenciones realizadas en Euskal Herria por la Guardia Civil.
Hay que poner fin a la represión y abordar necesariamente el fondo de la cuestión política. Tanto en Euskal Herria como en Catalunya, la mayoría social defiende el derecho a decidir de los pueblos. Tenemos el reto de canalizar esas fuerzas en la misma dirección, porque será la voluntad del pueblo la que logre romper ese estrecho corsé que establece la Constitución española.