Hemos tenido conocimiento de que, el lunes, un trabajador de la empresa Refrectarios Kelsen de Aduna sufrió un infarto cuando se encontraba trabajando, falleciendo en el acto. Con este fallecimiento, son al menos las y los 21 trabajadoras y trabajadores muertos desde el comienzo de año en Euskal Herria. Además, Joaquín Beltrán sigue desaparecido desde hace 15 meses y 5 días en el vertedero de Zaldibar.
En primer lugar, desde el sindicato LAB, queremos trasladar a familiares y compañeros y compañeras del fallecido nuestra solidaridad y apoyo.
Los infartos o el hecho de que se dé una dolencia vascular circulatoria en el trabajo, no son casualidad. No es que lo ocurrido, tal y como dice la patronal, no tiene nada que ver con el trabajo.
Es sabido que este tipo de accidentes se producen en determinados trabajos y bajo determinadas condiciones. La presión laboral, el estrés o los ritmos de trabajo son factores indispensables y en la mayoría de los casos, los más determinantes, junto con las condiciones de vida y trabajo.
Los accidentes no traumáticos, los infartos y los ictus se han convertido en la primera causa de accidentes laborales mortales. En lo que va de año 5 han sido los trabajadores fallecidos por esta misma causa.
Tenemos claro que los accidentes laborales, tanto traumáticos como no traumáticos, no son fruto del azar o la casualidad, son el resultado de las relaciones laborales que se dan, de la precarización, la normativa laboral, la subcontratación y del actual mercado de trabajo.
En LAB tenemos claro que necesitamos vivir y trabajar dignamente y que tenemos derecho a volver sanos y sanas del trabajo. La única manera de acabar con esta lacra individual, familiar y del conjunto de la sociedad es la lucha y la organización. Necesitamos un cambio de las relaciones laborales y de las reglas de juego, un nuevo modelo que priorice la vida y la salud de los trabajadores y trabajadoras por encima de todo lo demás.