El Parlamento de Gasteiz ha recibido el proyecto de ley de presupuestos de la CAV para 2021. Los presupuestos de este año llegan en una situación especial; en medio de una pandemia, en un momento en el que la crisis sanitaria aún no se ha superado y la crisis económica y social que sufríamos anteriormente se ha acentuado de forma notable. Por eso, los presupuestos de este año tienen una importancia especial, y LAB señala que es necesario un cambio de rumbo en las políticas públicas hasta ahora; de lo contrario, si seguimos con las mismas políticas, la precarización y el empobrecimiento se extendería muchísimo.
No vemos que sea el proyecto de presupuesto que exige el momento. Para nosotros es prioritario reordenar la inversión pública, y, en ese sentido, entre esas prioridades, todavía se destina demasiado poco dinero a sanidad, educación, servicios sociales o impulso al empleo. En sanidad y educación, por ejemplo, viendo qué porcentaje del Producto Interior Bruto europeo se destina, estamos por debajo de la media, donde no vemos que haya habido cambios significativos desde años anteriores.
Tras la crisis de 2008, las políticas de austeridad han provocado un serio recorte de la participación del sector público en el sostenimiento del gasto sanitario. En consecuencia, la financiación privada ha ganado terreno a costa del retroceso sufrido por el sector público como principal sostenedor del gasto en salud. Según los últimos datos disponibles, las administraciones públicas aportan el 67,4% del gasto corriente en salud; y si incluimos los seguros de pago obligatorio el total de la financiación pública representa cerca del 69%. Este porcentaje llegaba al 75% en el año 2009.
El dato que mejor resume la política presupuestaria del Gobierno Vasco en materia de salud es la evolución del gasto sanitario per cápita realizado por la administración autonómica, que entre los años 2009 y 2019 se ha reducido un 1,7% en términos reales (descontada la inflación).
Creemos que la mirada también hay que ponerla a medio plazo. Se ha iniciado el camino del endeudamiento, pero aquí, si no se emprende una reforma fiscal, si no se recauda más dinero, si no se gravan más las rentas más altas y los beneficios empresariales, se incrementarán los recortes que ya se dan en varios ámbitos.
Por otro lado, hemos considerado que se destina demasiado dinero a las mayores infraestructuras, y, al hilo de ello, es necesario reorganizar el control público sobre la economía. Se deja mucho dinero público en manos de las empresas más grandes, y con ese dinero público habría mucho margen para destinar dinero a las necesidades sociales. Además, ese dinero público se destina sin ningún compromiso, sin ningún compromiso social ni con el empleo. Con dejar el dinero público en manos de manos privadas sin ninguna condición, se financian los beneficios de las empresas con dinero público en detrimento del pueblo y de las y los trabajadores.