En lugar de incentivar un cambio de modelo productivo se decide aumentar la presión a la baja ejercida sobre los salarios, y así apuntalar un tejido productivo dependiente, subordinado e insostenible.
El desempleo continúa creciendo y superando marcas históricas mes a mes. De esta forma, a finales de marzo la cifra oficial de paro en el conjunto de los cuatro territorios se situó en 235.827 personas, aunque su ritmo de crecimiento ha aflojado ligeramente y tanto en Gipuzkoa como en Nafarroa la evolución del paro dio un pequeño respiro en marzo.
No obstante, en tasa interanual el paro registrado ha aumentado un 10,5% en Hego Euskal Herria, lo que significa que actualmente hay 22.357 personas más en paro que hace un año. Y el sistema de protección por desempleo ya sólo cubre al 54,8% de las personas desempleadas.
Por otro lado, ni el contexto de recesión económica y confusión institucional por el que atraviesa la Unión Europea, ni las reformas estructurales adoptadas por los gobiernos para impulsar un nuevo ciclo expansivo permiten ser optimistas respecto a la creación de empleo, al menos a corto y medio plazo:
• Las últimas reformas laborales han facilitado y abaratado el despido, favoreciendo así la destrucción masiva de empleo.
• Las sucesivas reformas de las pensiones permitirán adelgazar el gasto en prestaciones dificultando el acceso a las pensiones, reduciendo su importe y alargando la edad legal de jubilación más allá de los 67 años. Pero además constituyen un nuevo obstáculo para la incorporación laboral de las generaciones más jóvenes, a las que ahora se anima a optar por el exilio económico para reducir la presión sobre la tasa de paro.
• Y la devaluación interna impuesta vía reducción salarial y recorte de prestaciones sociales y servicios públicos, además del empobrecimiento de la clase trabajadora, provocará el debilitamiento de la demanda interna y el progresivo agravamiento de la crisis.
Por lo demás, existen suficientes evidencias de que en realidad no estamos ante un problema de competitividad económica sino de debilidad de la demanda, entre otras razones por la existencia de un modelo de distribución de la riqueza profundamente injusto que ataca a los salarios en beneficio de los márgenes empresariales.
Y en lugar de intentar sacar partido a la crisis para incentivar un cambio de modelo productivo se decide aumentar la presión a la baja ejercida sobre los salarios, y así apuntalar un tejido productivo dependiente, subordinado e insostenible.
Gasteiz, 2 de abril de 2013
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