2024-11-22
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Cuando la precariedad supera a la precariedad

Trabajadoras de los servicios de limpieza de los edificios de la diputación de Bizkaia y de la Consejería de Educación del Gobierno Vasco y huelguistas de la residencia Loramendi de Erandio, unidas en la lucha.

Las mujeres hemos estado durante años encerradas en casa, condenadas a trabajos supuestamente hechos a nuestra medida, alejadas de los ámbitos reservados a los hombres. Dejamos esta situación atrás gracias a la lucha, pero no lo conseguimos del todo: en el ámbito laboral, nos siguen confinando en espacios concretos, al tiempo que nos niegan el acceso a una serie de empleos y nos asignan lo más precario de la precariedad. Las trabajadoras de los sectores feminizados conocen esta realidad de primera mano. En esta entrevista, hemos reunido a varias mujeres que se encuentran en lucha con el apoyo de LAB. Nos han descrito la injusticia que padecen a diario.

Representantes de las trabajadoras de las residencias de Gipuzkoa y del servicio de ayuda a domicilio de Donostia.

A las mujeres se les asignan trabajos que el sistema considera de segunda, empleos donde las condiciones y los derechos laborales son más deficientes y limitados. Comedores, limpieza, comercio, telemarketing, ayuda a domicilio, residencias… en estos trabajos solo ofrecen precariedad. Y no se trata de una casualidad, sino de un plan perfectamente estudiado; un plan basado en el capitalismo y el patriarcado con el que pretenden relegar a la mujer a un segundo plano.

Siendo esto así, existen luchas abiertas en sectores feminizados en Euskal Herria, en tanto que son las mujeres quienes padecen las condiciones de vida y de trabajo más precarias. Las movilizaciones, las huelgas y las protestas se han convertido en una constante, por lo que, al hilo de estos conflictos, hemos charlado con varias mujeres para que nos cuenten el día a día de su vida y de su lucha como ejemplo de la situación que se vive en los sectores feminizados.

Hemos reunido, entre otras mujeres, a Idoia Bustinza y Kristina Alvarez, trabajadoras de la residencia Loramendi de Erandio; a Kontxi Aparicio, representante del comité de empresa de Garbialdi de Bizkaia; a Vanessa Pan y Nerea Aginaga, trabajadoras de residencias de Gipuzkoa; y a Ana Martinez Bonatxea y Pili Larrañaga, trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio de Donostia.

¿Qué os ha llevado a la lucha? ¿Cuáles han sido las razones que os han impulsado a emprender el camino de la lucha?

IDOIA BUSTINZA: En el caso de la residencia Loramendi, nos encontramos en huelga indefinida en toda la residencia desde el 17 de septiembre y nos estamos movilizando desde mayo, en solidaridad con el servicio de limpieza. Trece trabajadoras componemos el equipo de limpieza de la cocina, de la lavandería y de los pisos. Llevamos 15 años con jornada parcial y esta situación profundiza aún más la precariedad.

KRISTINA ALVAREZ: La carga de trabajo en Loramendi ha crecido año tras año, sin pausa. El equipo de limpieza lo ha notado sobremanera al tener jornadas parciales, pese a que la empresa prometió que establecería jornadas completas. Han pasado 10 años desde esa promesa y no podemos más. Está teniendo graves consecuencias en nuestra salud. De esas trece trabajadoras, ocho-nueve han sido objeto de intervenciones quirúrgicas por el sobreesfuerzo y el exceso de trabajo. Están rotas. Seguiremos luchando hasta el final, hasta que se les aumente la jornada a estas trabajadoras.

KONTXI APARICIO: La situación es muy parecida en todos los sectores, y no hay forma de dar la vuelta a todo esto que estamos sufriendo. En cuanto a las trabajadoras del servicio de limpieza de las dependencias de la diputación, la carga de trabajo ha aumentado mucho. No reemplazan las jubilaciones, ni siquiera las bajas en algunos casos, las vacaciones se cubren con menos horas… Tenemos muchas bajas en la plantilla, la gente no puede más y, por si fuera poco, tenemos el convenio congelado desde 2010.

VANESSA PAN: En las residencias de Gipuzkoa llevamos dos años negociando el convenio, si es que se le puede llamar negociación a lo que estamos haciendo. Llevamos un año sin recibir respuesta a las plataformas presentadas. Esto es lo que nos ha llevado a movilizarnos. Somos un total de 5.000 trabajadoras.

PILI LARRAÑAGA: En el servicio de ayuda a domicilio de Donostia somos un total de 400 trabajadoras, 99% mujeres. Hemos comenzado a movilizarnos por la actitud de la empresa, puesto que pretende mantenernos con el mismo convenio y, en caso de modificar algo, pretende quitarnos las mejoras logradas durante años de lucha. Pedimos que el desplazamiento se tenga en cuenta como horas de trabajo, es decir, el tiempo que pasamos para desplazarnos de un domicilio a otro. Podemos pasar un total de 5 horas a la semana en desplazamientos. Hay gente que no entra en casa entre las 8:00 y las 22:00, al vivir en Irun u Orereta. Andar de una casa a otra se hace todavía más duro en invierno.

ANA MARTINEZ BONATXEA: En mi caso, teniendo jornada reducida, he solido dejar a mis hijos a las 9:00 en la ikastola e ir a por ellos a las 16:30, deprisa y corriendo, sin comer. Las trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio andamos con la lengua fuera, sin poder llegar.

En los sectores feminizados es muy habitual que se impongan jornadas parciales, con las consecuencias que ello supone. Concretamente, ¿de qué consecuencias estamos hablando?

IDOIA BUSTINZA: No trae nada bueno; no trae más que perjuicio a la hora de lograr la prejubilación o el contrato relevo, por ejemplo. La jornada parcial nos condena, puesto que no podemos acceder a ciertos derechos. Por ello, volviendo al ejemplo del conflicto de Loramendi, teniendo en cuenta que llevamos 15 años con jornada parcial, y estando en una franja de edad concreta, o ganamos la batalla ahora o estamos condenadas a vivir en la precariedad tamabién en el futuro. Y es que tendríamos pensiones aún más bajas, cuando, hoy por hoy, ya son escasas. El futuro de los y las trabajadoras es negro, pero lo es todavía más para nosotras.

KRISTINA ALVAREZ: La jornada parcial puede corresponder a una jornada del 80%, pero eso no quiere decir que trabajes el 80% y el resto de horas libras. La empresa ajusta las horas de tal forma que tienes que trabajar a diario, con más carga de trabajo, además. En cuanto al salario, es obvio que, al cobrar menos, llegas a final de mes en malas condiciones.

NEREA AGINAGA: En las residencias tenemos todo tipo de jornadas y, en base a ellas, tienes que estar todo el día disponible. Hay gente que va a las mañanas, de 8:00 a 9:30, a hacer un refuerzo y luego, por la tarde, de 18:00 a 22:00, vuelve al trabajo.

KONTXI APARICIO: La jornada de trabajo debería ser completa en diputación, jornada de siete horas, pero, últimamente, todos los contratos que están haciendo son de tres horas y media. Muchas tienen este contrato y en este sector, en muchos casos, este es el único sueldo que entra en casa de la mujer.

Sin trabajo digno no se puede tener una vida digna.

IDOIA BUSTINZA: Es una realidad. En el caso de Loramendi, la precariedad está extendida en toda la residencia. Afecta notablemente a la conciliación. De hecho, tenemos muy pocas libranzas, puesto que en este sector libramos un único fin de semana al mes. Por ello, casi es imposible poder acompañar a un hijo o a una hija a una actividad extra escolar. Tienes la sensación de que te estás perdiendo la vida de tus hijos e hijas. Por otro lado, del trabajo llegas reventada, ya que una sola persona hace el trabajo de dos, y pagamos las consecuencias. Cuando llegas a casa, lo único que te apetece hacer es comer y tumbarte en el sofá, pero eso tampoco lo podemos hacer.

KONTXI APARICIO: Tenemos gente que pide a la empresa, en este caso a Garbialdi, un adelanto de salario para poder vivir, al tiempo que también hay gente que no se pueden permitir coger la baja, puesto que recibirían el 70% del salario. De todos modos, muchas ya no pueden más, no soportan las molestias, por lo que no tienen más remedio que coger la baja: túnel carpiano, codo de tenista, afecciones cervicales… estas lesiones son cada vez más frecuentes entre las trabajadoras de la limpieza. Se tramitaron muchas bajas antes del verano, llegando a alcanzar un absentismo del 65% en los centros de la diputación. Existen casos muy tristes, y eso que estamos hablando de las trabajadoras de los edificios forales. La situación es aún más grave en el caso de las mujeres que limpian portales, que se las ven y se las desean para llegar a todo. El sector de la limpieza es muy complicado. Si echamos la vista atrás, se decía que las labores de limpieza recaían en mujeres que no tenían estudios, pero el escenario actual es bien distinto. Tenemos mujeres con carreras universitarias, trabajadoras que vienen de otros trabajos; en definitiva, mujeres muy bien preparadas.

PILI LARRAÑAGA: En una residencia puede existir complicidad, solidaridad, entre trabajadoras. En el caso del servicio de ayuda a domicilio, te encuentras sola y eres tú quien lo sufre. Además, te pueden tocar casas complicadas. La trabajadora del ayuntamiento analiza muy por encima la situación de ese domicilio, por lo que, al final, eres tú quien tiene que gestionar lo que ocurre dentro de esa casa. Hemos vivido situaciones difíciles: nos hemos encontrado con gente con problemas psíquicos, drogodependientes, conflictos familiares, abandonos… Al principio, te llevas a casa los problemas, pero, luego, aprendes a cerrar la puerta.

ANA MARTINEZ BONATXEA: Vas de un domicilio a otro, por lo que no te queda otra que dejar atrás la situación que acabas de vivir y centrarte en la siguiente, con una sonrisa, además.

¿Qué opináis del papel que juegan los responsables políticos ante la situación precaria que se vive en los sectores feminizados?

IDOIA BUSTINZA: Quisiera remarcar que dentro de la precariedad existe gente aún más precaria; hay personas más precarias dentro de los precarios, y todas ellas son mujeres. Se dice mucho acerca de esto, pero se hace muy poco para solucionarlo. Los políticos no elaboran leyes para acabar con todo esto, para alegría de las empresas, cuyo único objetivo es sacar rendimiento económico. En este sentido, a modo de ejemplo, Loramendi cuenta con un planteamiento para reconvertir los contratos parciales en completos, pero a costa de reducir personal, haciendo reducción de plantilla. Aumentar la jornada a unas trabajadoras y despedir a otras, en una palabra. Esto profundizaría aún más en la precariedad, puesto que las trabajadoras que se quedarían tendrían que asumir también el trabajo de las que ya no están. Seguiríamos igual. Al final y al cabo, la empresa solo tiene en cuenta criterios económicos.

KRISTINA ALVAREZ: La mayoría de servicios están subcontratados y esto supone más precariedad, amparado, todo ello, por la ley. Permiten que esto suceda a través de adjudicaciones. Todo es política, realmente.

KONTXI APARICIO: Garbialdi es una subcontrata de la diputación de Bizkaia, cuenta con 1.200 trabajadoras y trabajadores y representamos a todas y todos a través del comité de empresa. En el servicio de limpieza de los centros de la diputación, trabajan 180 personas. Por el momento, la diputación no ha mostrado un compromiso firme para solucionar el conflicto que tenemos con la empresa. Lo que es constatable es que Garbialdi lleva trabajando con la diputación desde 2003 y que también tiene firmado para el próximo año.

IDOIA BUSTINZA: Acudes a Inspección Laboral, por ejemplo, y te encuentras con un muro, puesto que te dicen que la empresa actúa según la ley. No sabes a dónde acudir ante esta injusticia. Por eso, me parece muy importante señalar a los responsables, señalar a los políticos, ya que son ellos quienes elaboran las leyes que posibilitan la precariedad. El feminismo ha de ejercer de motor para forzar a los verdaderos políticos a que hagan leyes apropiadas y dejen de preocuparse únicamente por el postureo y por salir en la foto.

 

 

 

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